lunes, 28 de abril de 2014

Los ojos de Heisenberg, de Frank Herbert

En una reciente visita a la web de libros de epubgratis di con esta novela corta, y aunque había decidio leerme una de las muy recomedadas en el blog, teniendo en cuenta mi debilidad por la ciecia ficción, que estaba de viaje, quetenía que pasar varias horas muertas, y que Herbert escribió Dune, pedazo de novela (al menos la primera), decidí arriesgarme. La contraportada clama:
La manipulación por ingeniería genética del embrión de los Durant generará un monstruo, un ser humano excepcional con un potencial inédito de inteligencia, fertilidad e inmortalidad. Se trata de una amenaza clara para la estable y compartimentada civilización de los Optimen, genéticamente superiores e inmortales pero estériles.
Hacía tiempo que no tenía delante una contraportada que dijera tan poco (más bien nada), que no vendiera una historia imprescindible, etc. Así que intrigado me leí la presentación escrita por Miquel Barceló. Le tomo prestadas sus palabras para describir la novela:
Los ojos de Heisenberg nos presenta una sociedad, muy poco atrayente, en un futuro lejano en el que la manipulación genética es un hecho. La sociedad está radicalmente estratificada y las normas son estrictas. Los Optimen parecen ser la culminación genética de la especie y ejercen el poder sin ninguna traba. Poseen el dudoso privilegio de la inmortalidad pero son estériles. El resto está formado por los obedientes Folk, la gente común en la que predominan los Sterries (o estériles) ya que sólo los Optimen deciden quién y cuándo podrá 
qprocrear. Incluso los embriones, fruto de los limitados «permisos de reproducción», deberán ser desarrollados fuera del útero materno y controlados por los doctores al servicio de los Optimen y del continuismo social.
Los Durant son parte de los afortunados Folk a los que se les ha permitido tener desendencia. El libro arranca con la visita de los futuros padres al centro donde está el embrión de su hijo (de escasas horas) para ser testigos de la manipulación genética del mismo. La descripción es buenísima (más si tenemos en cuenta que fue escrita el 1966, cuando el tema de manipulación genética estaba en pañales). Resulta ser que el embrión es un «bicho raro». A pesar del férreo control genético de la sociedad ha ocurrido una mutación que convierte el embrión en un posible Optimen (un ser humano en apariencia inteligentísmo in extremis), pero a diferencia de éstos, no es estéril. Como es un potencial Optimen viene a hacer la manipulación un cirujano de la propia central Optimen que debería haber matado al embrión, pero que contra todo pronóstico no lo hace.

No voy a dar más detalles (lo anterior ocurre en las primeras 10 o 15 páginas). Lo que hace el autor a partir de ahí es ir contando la historia, a pinceladas, de la sociedad en ese lejano futuro, donde el hombre ha decidido poner fin a la selección natural, y en lo que respecta a la raza humana, controlar el proceso evolutivo (que claramente se ha estancando), cosa que han conseguido en las decenas de miles de años que llevan gobernando en la Tierra. Pero hete aquí que, como decía el matemático de Parque Jurásico, la naturaleza al final vence. Es imposible parar la evolución (en este caso no sólo es la biológica, sino la social) y se ve venir una revolución. ¿Qué ocurre al final? Eso es algo que el lector debe descubrir por sí sólo, no voy a ser yo quien destroce el final. La novela, al margen de que sea de ciencia ficción, está bien escrita. Los presonajes son buenos y encima se lee en un pis pas. Hay de todo, persecuaciones, intriga, complots… ¿Qué más se puede pedir?

Como colofón uno de los dialogos entre el cirujano normal (Svengaard) y el super cirujado de la central (Potter), donde se hace clara referencia a Heisenberg, y en concreto al título del libro:
—Tienes razón. En nuestro universo existe el azar. Él [Heisenberg] nos lo enseñó. Siempre hay algo que no podemos interpretar, comprender… o medir. Él expuso el dilema a que nos enfrentamos, ¿no? —Potter miró su reloj digital y de nuevo a Svengaard—. Solemos interpretar cuanto nos rodea bajo el sistema que nos es innato. Nuestra civilización ve a través de los ojos de Heisenberg. Si nos enseñó la verdad, ¿cómo podemos saber si lo desconocido es un accidente o la acción deliberada de Dios? ¿Qué sentido tiene incluso preguntárselo?
Que lo disfrutéis.

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