domingo, 19 de septiembre de 2010

Flashforward, de Robert J. Sawyer

El pasado otoño Cuatro emitió una serie llamada Flashforward. Estaba basada en una novela del mismo título de Robert J. Sawyer, al parecer famoso escritor canadiense de ciencia ficción (aunque yo no lo conocía). La idea de la serie es que en un momento dado la humanidad entera pierde el conocimiento de forma colectiva y ven alrededor de dos minutos del futuro. La idea es muy interesante porque pone simultáneamente a mucha gente en la situación de cómo manejar la información que han recibido, cómo eso puede influir en el propio futuro que se ha visto, si el futuro está escrito o no... En fin, se presta a especulación. La idea, como digo, es buena; la serie una mierda. Este, por cierto, es el único punto en común entre la serie y la novela. En la serie interviene el FBI desde el principio y todo se desarrolla alrededor de una trama conspirativa de unos malos malísimos y listísimos. Era tan mala, la historia iba disparatando tanto al estilo Lost y los personajes era tan cutres que en un momento dado cortaron la emisión, los productores dieron un toque a los guionistas y se tomaron varios meses para continuarla donde la habían dejado, supuestamente con unos guiones más currados. Creo que al final se ha impuesto el buen juicio y no habrá segunda temporada (espero que esto acabe definitivamente con el fenómeno Lost que esta serie pretendió extender).

Como he dicho, el planteamiento de la novela es el mismo, pero las diferencias empiezan desde el principio: en ella la causa del desvanecimiento es el LHC de CERN, el salto temporal es de unos 20 años (en la serie de sólo unos meses, algo en lo que, desde mi punto de vista, acertaron) y las historias de los personajes son distintas. Bueno, tiene otro punto en común con la serie: también es una mierda. Matizo: algunas de las historias que apunta en la novela son buenas ideas, situaciones que crea la visión del futuro y que a uno le gustaría que se exploraran a conciencia. Pero el tratamiento no puede ser más superficial. Los personajes no son buenos ni como caricaturas. No tienen profundidad psicológica ninguna, reaccionan de formas absurdas, tienen conflictos estúpidos... El desarrollo de la trama es igualmente pobre. Como he dicho antes los conflictos personales que crea la visión del futuro están muy poco trabajados (no pasan de anécdotas; muchos no son más que titulares de periódico). La investigación sobre el fenómeno en sí no tiene interés. Las relaciones personales entre los personajes te hacen bostezar. Para colmo, uno de los personajes principales no ve nada durante el desvanecimiento, lo que indica (mucho antes de que las mentes portentosas del CERN se percaten de ello) que estará muerto para entonces. El autor aprovecha este hecho para meter con calzador una pseudotrama policiaca digna de Corín Tellado. Casi deseas que lo maten de una vez y que dejemos todos (él y nosotros, los lectores) de sufrir por esa imbecilidad. ¡Ah! Y todo aderezado con la admiración babosa hacia el particulerismo (ya sabéis, toda esa mierda de "encontrar el bosón de Higgs es el descubrimiento más importante del siglo XXI" y cosas por el estilo) propia de un lector asiduo del Muy interesante.

El enfoque de la novela es ya el colmo: tiene tres partes, las dos primeras trancurren a lo largo de los primeros días tras el desvanecimiento, y la tercera... ¡20 años después! O sea, deja a todos los personajes en suspenso durante 20 años hasta llevarlos a la época que se vio durante el desvanecimiento, y te resume esos 20 años en apenas unas líneas. Como si se hubieran echado a dormir y se acabaran de despertar, en plan Bella Durmiente. No hay un cambio de ritmo en la novela: hay un tropezón. Por supuesto, todo en esta tercera parte es un puro delirio. Lo que ocurre no interesa un carajo, y además el autor se lanza a la especulación futurista barata. De repente aparece un personaje secundario que no ocupó ni tres páginas en la primera parte (o en la segunda, ya no me acuerdo) y toma un papel relevante en el futuro de la humanidad. En fin, para qué seguir. Podéis ahorraros leer este pestiño galardonado con el premio Nebula. (Para que te fíes de los premios. Hace tiempo que descubrí que una novela de CF tiene que pasar al menos el filtro de tres premios para tener unas mínimas garantías, y ni por esas. Y hay muchas buenas que no tienen premio ninguno.)

sábado, 11 de septiembre de 2010

Al final del Arco Iris, de Vernor Vinge

¿Alguna vez os habéis enganchado a un libro de ciencia ficción hasta el punto de no poder dejarlo?  A mí me sucedió hace muchos años con Crónicas Marcianas, por ejemplo, con la Fundación, con los libros de Sherlock Holmes... La sensación de vacío según se acerca el final, intentando alargar lo máximo posible el libro, pero al mismo tiempo deseando terminarlo, la felicidad de descubrir un tipo de libro que no te enseñan en el cole...

Pues éste libro es todo lo contrario. Otro intento de descubrir algo interesante, pero esta vez fallido. Al ser premio Hugo, no podria ser muy malo. Y no lo es: es insufrible.
En un futuro cercano, todos están inmersos, se relacionan y viven en una realidad virtual constante. La realidad es sólo una "capa" a la que se acude en ciertas ocasiones, por curiosidad.
En ese mundo, complejo, el protagonista despierta de una enfermedad, y su proceso de aprendizaje le sirve al lector para aprender el lenguaje, las normas sociales, el estado de la tecnología, etc.
El mundo es bastante original, pero la historia es pobre, aburrida y los personajes simples.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Memoria de mis putas tristes, Gabriel García Márquez

Un viejo de ochenta y nueve años, putero empedernido durante toda su vida, feo, a decir de él, pero con un gran éxito entre las mujeres, según se desprende de la historia, decide darse un homenaje en su nonagésimo cumpleaños acostándose con una virgen. Es el comienzo de una muy peculiar historia de amor entre el vejestorio y una niña adolescente. No es Lolita, por si lo estáis pensando ya, sino una historia mucho más friqui. En realidad, la historia no vale un carajo, pero este libro es un ejemplo de la varita mágica del "dios de la literatura latinoamericana." Si García Márquez decidiera reescribir la guía telefónica, la leeríamos del tirón, arrobados y fascinados para, al llegar al final, agitar la cabeza y descubrir que acabábamos de leernos la puta guía telefónica. No sé a vosotros, pero a mí es lo que me pasa con la literatura de este hombre, excepción hecha (¡y qué excepción!) de Cien años de soledad y de alguna que otra obra (como Crónica de una muerte anunciada o el Relato de un náufrago): escribe como nadie imaginaría que se puede escribir, lees cualquier cosa que salga de su mano porque tiene un sentido del relato como el de los abuelos de antes, los que sabían contar historias, pero las historias en sí, en su mayoría me dejan frío. Me pasó con La hojarasca, con El amor en los tiempos del cólera, con El general en su laberinto... Y me ha pasado con esta.

Así que vosotros veréis: si sois como yo, adictos a GGM, ahí la tenéis (se lee en un plis y la vais a disfrutar); pero si no, ni os molestéis.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Mentiras contagiosas, de Jorge Volpi

Andaba un día en la FNAC con Juanma Parrondo buscando algún libro que comprarme. "¿Has leído En busca de Klingsor?" me preguntó. "No". "Pues es una lectura obligada para un físico". Le eché un vistazo y parecía una novela policiaca. Como me pareció lectura ligera, apropiada para la época en que estás enfrascado haciendo papers, me lo pillé. Así descubrí a Jorge Volpi. No voy a hablar de En busca de Klingsor, así que no contaré que trata de la investigación de un detective americano a quien encomiendan la misión de descubrir a "Klingsor", nombre en clave del físico que estaba a cargo del la versión nazi del proyecto Manhattan. Lo que sí diré de ese libro es que me sorprendió descubrir en él a un autor con una calidad literaria muy por encima de lo que uno espera en una novela de género (aunque ésta trate de la vida de los padres de la física cuántica), impresión que confirmé tras leer El fin de la locura, segunda parte de la trilogía que ha escrito sobre la historia del siglo XX (la tercera está en mi estantería y espero hablar de ella en este blog).

Un día, curioseando por el blog de Volpi me topé con este título y con un extracto titulado DE PARÁSITOS, MUTACIONES Y PLAGAS. Destaco este fragmento del mismo:
La novela es una de las mutaciones de la ficción. En términos evolutivos, es un conjunto de ideas –de memes– que se transmiten de una mente a otra por medio de la lectura. Una novela no es un libro, ni los caracteres escritos sobre el papel, ni tampoco el significado de esos signos: una novela sólo se completa cuando sus ideas infectan a un lector. En otro sentido, las novelas son algoritmos, procesos que llevan ciegamente de un origen a un resultado, máquinas ciegas que, gracias a la lectura, se tornan capaces de hacer cosas por sí mismas. Las novelas se asemejan a los parásitos: igual que estos, se introducen en el mayor número de mentes posible, con el fin de multiplicarse gracias a los pensamientos, las palabras, las opiniones o los escritos de sus víctimas. La relación entre un lector y una novela se parece a la que surge entre dos simbiontes, esos organismos que extraen beneficios al explotarse mutuamente. No sería difícil medir la eficacia evolutiva de una novela: mientras algunas invaden las mentes de incontables lectores, otras se comportan como parásitos inocuos que mueren a las pocas horas de haber infectado a sus anfitriones, como esas novelas que sólo entretienen y se olvidan.
Ya podéis imaginar por qué, acabada la lectura de este capítulo, me lancé a la busca y captura de este libro, que no fue fácil, porque se trata de una colección de ensayos sobre literatura (sobre ficción en general, pero principalmente sobre novelística) y no es este un género que suela encontrarse con frecuencia en las estanterías de best-sellers. El libro me ha gustado mucho, pero no todos los capítulos son como este. Como en toda colección de ensayos, relatos, cuentos, etc., la calidad de los capítulos es desigual. Por ejemplo, la última parte del libro está dedicada a varios novelistas latinoamericanos. Las opiniones de Volpi (como las de cualquiera) son muy personales, como lo es el gusto literario, así que hay en esos capítulos apreciaciones que no comparto y otras que, simplemente, me parecen aburridas. Pero también tienen pasajes interesantes. Por citar alguno, me hizo gracia el dedicado a García Márquez, titulado El profeta de América Latina. O el de Juan Rulfo, escrito a imitación de Pedro Páramo. Y luego hay en el libro auténticas perlas, como un capítulo titulado Conjetura sobre Cide Hamete, que recoge una charla que le pidieron acerca de las andanzas de El Quijote en América Latina. ¡Es ingeniosamente autorreferente!

La verdad es que el libro es muy original. Se nota que Volpi es físico ;-).

viernes, 3 de septiembre de 2010

Lo que esconde tu nombre, de Clara Sánchez

Julián, un viudo octogenario superviviente de Mauthausen que vive con su hija en Buenos Aires, recibe un día una fotografía que le envía desde un pueblo de Alicante su amigo Salva, otro superviviente del campo de concentración, en la que se ve una pareja de ancianos. En la foto Julián reconoce a uno de los más sanguinarios oficiales de las SS del campo y a su mujer, ambos noruegos. Julián lo abandona todo y se pone en camino hacia Alicante, buscando desenmascarar a la pareja de nazis, para descubrir al llegar que su amigo Salva está muerto y que se enfrenta solo a la misión.

Sandra, una chica de veintipocos, embarazada de algunos meses, disfruta de un retiro apacible en el chalet de su hermana en la costa alicantina dedicada a reflexionar sobre su futuro. No sabe si casarse o no con el padre de su hijo, ni tampoco qué hacer con su vida, hasta ahora poco "productiva". Al final del verano, cuando ya no quedan más que los residentes, sufre una mañana un mareo en la playa y recibe la ayuda de una pareja de jubilados noruegos, que la acogen casi como a una nieta y la colman de atenciones en el lujoso chalé en que viven.

Estos son los dos puntos de partida de un thriller narrado alternativamente a dos voces por sus dos protagonistas. Pero la historia es más que eso. Entre Julián y Sandra se establece una peculiar relación personal a través de la cual Julián matizará su odio y Sandra abandonará su ingenua percepción del mundo. El ritmo de la novela es trepidante y la tensión crece porque durante todo el relato se masca la tragedia. Pero junto al suspense, el desarrollo de los dos personajes protagonistas y su relación es probablemente lo más interesante de este libro.

No soy capaz de valorar si la novela es merecedora del premio Nadal con que ha sido galardonada. No tengo muy claro qué representa ese premio y he leído novelas premiadas de muy distinta naturaleza. Pero lo que sí puedo decir es que he disfrutado mucho su lectura. Y visto el panorama narrativo actual, no es poco decir.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Los vagabundos del Dharma, de Jack Kerouac



Jack Kerouac es un pelma. "En el camino" es una lata y este es aún más aburrido. Le di una oportunidad y lo lamento. Me importa un pimiento su rollito místico. Es un pelma al que no le han explicado que usar 3 epítetos por sustantivo es una pesadez y que no todas las pieles son purpúreas. En fin. Si os gusta Kerouac os dejo una reseña que he encontrado en este enlace. Yo desde luego..."never again"

Los Vagabundos del Dharma es la biblia metafísica de los hippies. Es el punto de partida de una nueva forma de vivir, más cercana a la naturaleza, que concibe la vida como un viaje impredecible que enajena la cómoda seguridad burguesa que tan pocas respuestas otorgaba a los jóvenes de la patria del consumo. Kerouac y sus amigos son pre hippies, son quienes produjeron el renacimiento de San Francisco. En este libro se lee como vivían los beatnicks, entre fiestas interminables en las que hacían lecturas de poesía, improvisadas como el jazz, en las que se embriagaban con vino y algo de marihuana, y se desnudaban para bailar en rondas alrededor de fogatas. Pero no todo era fiesta, los pre hippies eran más arriesgados que los hippies. Kerouac, como un monje errante del extremo oriente, casi un mendigo, busca la vida como si fuese un puente, sin construir una casa sobre ella.
Mucho antes que los Beatles visitaran al Maharishi, mucho antes que Osho visitara California, Kerouac, impulsado por su amigo Gary Snyder, descubre el budismo y los pasos que da ascendiendo una montaña son constantes metáforas hacia el encuentro del Dharma, la rueda de la verdad budista que todo hombre puede hacer consciente. Era un camino espiritual desconocido en Occidente, una puerta que abrió a un conocimiento que hoy vemos mercantilizado en los gimnasios de Yoga y las visitas del Dalai Lama.

On Intelligence, de Jeff Hawkins.



Un compañero tenía el libro sobre la mesa, el título era bastante atrayente, arranqué el Goggles y lo pedí directamente a Bookdepository. Jeff Hawkins es inventor de Palm Pilot, y diseñador del Treo, fundador de Palm y Handspring, y presidente del Instituto de Neurociencia de Redwood. El libro da un repaso a la neurociencia, a las teorías de Jeff sobre el proceso cognitivo, el papel del córtex, los procesos de reconocimiento de patrones y su papel en la habilidad para resolver patrones abstractos. Todo ello incluyendo anécdotas, ideas e historias sobre cómo iba aplicando lo que sabía en sus proyectos en Palm. Es un libro poco técnico, fácil de leer. Aparecen los iconos tradicionales, la habitación china, Turing y sus colegas... Es una buena introducción al estudio de la inteligencia humana. El autor consigue transmitir la pasión por estudiar la inteligencia humana, y es bastante interesante leer cómo se le va ocurriendo aplicar lo que iba aprendiendo a los primeros sistemas de reconocimiento de escritura comerciales, al sistema operativo Palmos, etc. A mi no me entusiasmó; si has leído a Penrose (La Nueva Mente del Emperador), el listón está bastante más alto.