sábado, 24 de diciembre de 2011

Quirkology: How we discover the big truths in small things, de Richard Wiseman

Richard Wiseman es un psicólogo y mago inglés, del cual tuve noticia a través de este vídeo. Tiene una página web en la que uno puede pasar un rato entretenido. Por eso me pillé el libro (hay versión en castellano: Rarología, pero recomiendo la versión original porque hay partes que me parecen intraducibles). Es una colección de experimentos psicológicos y sociales, algunos del autor, pero la mayoría recogidos de la abundante literatura al respecto, que exploran los aspectos más curiosos (raros) de nuestro comportamiento. Están clasificados por capítulos temáticos, e investigan cosas como las supersticiones (sobre todo sus fundamentos y lo difícil que es extirparlas), la capacidad de mentir y de detectar mentiras, nuestra capacidad de autoengañarnos, la manera en que tomamos decisiones, por qué y de qué nos reímos, el altruismo, la honestidad, la bondad... Todo a base de experimentos, algunos muy originales e ingeniosos. Por supuesto, Milgram aparece como una figura central de la "rarología", no sólo por su investigación sobre los seis grados de conectividad de la red social, sino por otro famoso experimento: el de la obediencia ciega, y una metodología que ahora es común en estudios de psicología: diseminar cartas con dirección y sin sello por la calle para estudiar el grado de altruismo de la gente (hace poco hice de revisor de un artículo en el que usaban este método para medir el grado de altruismo de dos ciudades y correlacionarlo con el nivel de ingresos).

Como a menudo ocurre en psicología, los experimentos tienen distinto grado de credibilidad. Algunos están muy bien hechos y en mi opinión los resultados son fiables (además, se han replicado con resultados similares); otros, en cambio, tienen unos sesgos muy claros o la interpretación que hacen de los resultados no es la única posible, y hay otros que son una simple chapuza. Pero las cuestiones que se plantea el libro son muy interesantes. En muchas de ellas solapa (al menos en las hipótesis) con el planteamiento de Predictably irrational, de Dan Ariely, es decir, explora los aspectos más irracionales, pero reproducibles, de nuestra naturaleza. Tanto en este libro como en el de Ariely, me gusta la imagen que venden del ser humano como un ser bastante alejado de la racionalidad, consecuencia de nuestro pasado evolutivo, y la idea de que nuestro comportamiento encaja bien con los problemas a los que nuestros tatara-tatara-tatarabuelos tuvieron que enfrentarse en el Pleistoceno.

El libro es muy entretenido de leer. Tal vez, como suele pasar con este tipo de obras, al final se hace un poco pesado, pero tampoco es excesivamente largo, así que es una lectura recomendable, y en bastantes ocasiones incluso divertida.

viernes, 23 de diciembre de 2011

La higiene del asesino, de Amélie Nothomb

Esta es la ópera prima de Amélie Nothomb. Es la historia de Prétrextat Tach, premio nobel de literatura, al que sólo le quedan dos meses de vida y, por primera vez en 40 años decide aceptar que le hagan 5 entrevistas. Esto es algo inusual porque el autor lleva 40 años encerrado en su casa sin publicar una sola línea y sin hablar con nadie salvo su criada. En esos años se ha convertido en una masa de grasa repugnante e imberbe. No obstante, él elegirá a los periodistas y las entrevistas se harán bajo sus condiciones.

Así, el libro es el relato de las entrevistas y de cómo su repugnancia física es sólo una capa de su repugnancia humana. Curiosamente, la escritora consigue a lo largo del libro que pases de la repugnancia a la simpatía y de nuevo a la repugnancia. La historia está bien escrita. El libro es corto y engancha rápidamente. La prosa resulta algo pueril (sobre todos los diálogos, pero no me hagáis mucho caso porque tengo una cruzada personal contra los "malos diálogos", como musité antes :-) ) pero, en definitiva, el libro está muy entretenido e invita a leer más libros de esta autora.

Lo más interesante es la guerra dialéctica entre el "genio" y los periodistas (retratados como se merece, dicho sea de paso).

Recomendado para estas navidades.

Lo he leído en papel pero está en quedelibros.

Felices fiestas.

sábado, 17 de diciembre de 2011

American Gods, de Neil Gaiman

Como suelo hacer cuando un autor me gusta, procuro recorrer todo lo accesible del mismo. Tras devorar todos los comics habidos y por haber en los que  Neil Gaiman era guionista, empezando y enganchado por supuesto por Sandman, tuve que pasarme a las novelas.

Una de las más aclamadas, que aparecía en todas las mesas de bestsellers de las tiendas de tebeos, era la de "Americans Gods". Tras leer la contracubierta, que se supone que termina de enganchar y atraerte hacia el libro, me sucedió todo lo contrario. Lo cogía y volvía  a dejar cada vez que lo veía.

" La vida en la cárcel es dura. Pero siempre queda un rayo de esperanza si sabes que, a la salida, te espera una mujer que te ama, un amigo que te quiere, un trabajo que adoras,... Todo eso es lo que quiere Sombra, que está a punto de salir de la cárcel... Pero un día le comunican que su mujer y su mejor amigo han muerto en un accidente de coche. 
Entonces, contratado por un extraño anciano experto en timos y estafas que responde al nombre de Wednesday, Sombra empieza un interminable viaje a lo largo y ancho de América, perseguido por el espíritu de su esposa, en el que descubre el límite entre lo humano y lo divino, y que las reglas que rigen el mundo de los hombres no son las mismas con las que los dioses conducen el mundo"

La idea del libro parte de la mitología desarrollada sobre todo en los libros de "Sandman". Los dioses aparecen y tienen poder mientras se cree en ellos. Cuando la gente deja de creer, se diluyen, caminan por la Tierra y finalmente terminan en los sueños, como pesadillas, o recuerdos vagos, terminando por desaparecer.

El protagonista se topa con Odín, que le enseña ciertas sobre el universo en el que nos movemos que parecían estar bastante claras. Recorre el país, topándose con dioses antiguos, seres extraños, zonas y caminos que sólo rozan la realidad en ciertos recodos.

Es un libro complicado de leer. No por el lenguaje, sino por los giros en las aventuras de los protagonistas desligándose de lo conocido. Sin haber leído alguno de los comics se me hace complicado.

Además, durante todo el libro, se tiene la sensación de que hay algo que no nos han contado, algo que dirige la trama, algo que aparecerá en el último momento, para dar sentido o lógica a algunos hechos. Pero no es así. No se cierra, no queda redondo..

En resumen, es un libro de fantasía muy original, raro de narices, que no aburre, pero tampoco llena.

Mr Paradise, de Elmore Leonard

Dos go-go's van a casa de Mr. Paradise, un abogado jubilado muy rico y algo depravado. A la sombra de Mr. Paradise está su ayudante y mano derecha no-sé-qué-Taylor (lo leí este verano, sorry). Un personaje extraño y que resulta ser central en la historia. Si os cuento más os destripo la novela, pero os daré algunas pistas para ver si os apetece leerlo.

Leí este libro este verano (lo saqué de la biblioteca en la playa, sorry) y me pareció sorprendente. La historia no es para tirar cohetes pero la prosa de este tipo es muy adictiva. Al terminar el libro descubrí que Elmore Leonard está detrás de un montón de películas como "Cómo conquistar Hollywood" o "Jackie Brown" (de Tarantino). De hecho, creo que Elmore Leonard define el "estilo Tarantino". Si eso sirve de reseña, no es poco decir :-)

Moraleja: No es para tirar cohetes, pero el autor es un descubrimiento. Que os sirva de aviso: leed otro, pero de Elmore Leonard :-)

Evolution: The extended synthesis, de Massimo Pigliucci y Gerd B. Müller

Uno de los editores de este libro, Massimo Pigliucci, es un tipo que se ha dedicado toda su vida a la biología evolutiva (campo en el que tiene del orden de 100 artículos científicos). Hace unos años decidió hacerse filósofo de la ciencia y mantiene activas sus dos facetas.

En este libro, ha juntado a algunos expertos en los dos lados de su vida para hacer una síntesis del estado actual de la disciplina. En general los capítulos se quedan en un plano algo "divulgativo" pero el libro me ha gustado bastante. Especialmente por los distintos puntos de vista que he mencionado.

Curioso e interesante. Es uno de esos libros que uno tiene que coger con ganas porque al principio cuesta "motivarse" para leerlo. Pero me ha gustado, vamos.

martes, 13 de diciembre de 2011

Moonwalking with Einstein: The art and science of remembering everything, de Joshua Foer

- Ajos aliñados
- Queso de granja
- Salmón (ahumado a ser posible)
- Seis botellas de vino blanco
- Tres pares de calcetines blancos
- Tres hula-hops
- Un snorkel
- Una máquina de hielo seco
- Mandar un email a Sofía
- La película de Paul Newman "Someone up there likes me"
- Salchichas de alce
- Un sillón de director de cine y un megáfono
- Un arnés y cuerda
- Un barómetro

Extraña lista, ¿verdad? ¿Seríais capaces de memorizarla? Seguro que sí. Está descontextualizada, pero hemos memorizado cosas peores. Ahora bien, ¿cuánto esfuerzo os supondría? Y sobre todo: ¿creéis que sin volver a rememorarla seríais capaces de reproducirla al cabo de una semana? Pues eso es exactamente lo que acabo de hacer. Memoricé esta lista (la lista de encargos de uno de los personajes que aparecen en el libro —un maestro mnemonista— para una fiesta que están organizando) en el capítulo 5, "El palacio de la memoria", donde describe la técnica memorística más básica. Lo hice sobre la marcha, siguiendo las instrucciones que el maestro le daba al autor. Cuando acabé descubrí que sin ningún esfuerzo recordaba la lista entera, ¡y en orden! Es más, estaba seguro de que no iba a olvidarla en mucho tiempo, como así ha sido. Una semana después, acabado el libro y sin haber vuelto a acordarme de ella, he reproducido la lista tal cual aparece al comienzo de la entrada, de corrido y sin dudar. Aunque me he molestado en comprobarla, estaba completamente seguro de que no iba a haber un solo fallo.

Y es que de eso va el libro: del arte de la memorización. Incidentalmente, este es uno de esos libros que no habría leído nunca, de no ser por el Kindle. Desde que lo tengo sigo un puñado de páginas web de libros de todo tipo y me hago con aquellos que llaman mi atención por algún motivo (los lea luego o no). Este es uno de esos. Lo que llamó mi atención de él fue el título (que conjura una imagen de Einstein con un sombrero negro y un guante blanco caminando hacia atrás) y la descripción: de cómo un periodista pasó a convertirse en el campeón estadounidense de memorización. Y pese a que huele a libro de autoayuda, no tiene absolutamente nada que ver.

Tal vez porque soy un desmemoriado, todo lo relativo a la memoria me atrae. Pero es que me bastó leer el prólogo y el comienzo del primer capítulo para quedarme enganchado al libro. El prólogo cuenta la leyenda del poeta Simónides de Ceos, quien estaba invitado a un banquete que celebraba un noble griego y cuando se disponía a sentarse a la mesa un sirviente le advirtió de que dos emisarios le esperaban fuera para hablar con él. Un poco fastidiado salió a ver qué querían, y nada más cruzar el umbral el palacio se desplomó aplastando a todos los comensales. Aun aturdido por su extraña fortuna se percató del drama de los familiares de los muertos, que intentaban recuperar los cadáveres para enterrarlos sin conseguir identificar el amasijo de miembros. Entonces Simónides cerró los ojos y vio de nuevo el salón y a todos sus comensales y donde estaban sentados, y encaramándose al montículo fue señalando uno a uno a sus familiares a quién pertenecían los restos. Esto ocurrió, dicen, alrededor del siglo V a. de C., y se tiene por el momento en que se inventó la primera técnica memorística: el palacio de la memoria, la que yo he aprendido.

El libro trata de muchas cosas, todas relacionadas con la memoria. En la escala larga cuenta la historia del autor, un periodista (tan desmemoriado como cualquiera) que tras cubrir el campeonato mundial de memorización y entrevistar a algunos de los campeones mundiales decidió probar fortuna y aprender las técnicas del arte. Un año después se coronaba campeón de los Estados Unidos. Entre medias asistimos al proceso de aprendizaje y a la descripción de varias técnicas memorísticas, tan impresionantes (por su eficacia) como ingeniosas. Pero esta historia está trufada de muchas otras. Así, conocemos lo que la ciencia sabe sobre la memoria (bastante poco); leemos casos de memorias prodigiosas o de individuos con un daño cerebral que les impide formar recuerdos (como el protagonista de Memento); seguimos las reflexiones del autor sobre la importancia de la memorización en el pasado, de cómo este arte se perdió con la aparición de la imprenta y de cómo vamos camino de externalizar nuestra memoria en todo tipo de gadgets tecnológicos (hubo un tiempo en que los de mi generación llevábamos sin problema una treintena de teléfonos en la memoria); pero sobre todo, el autor nos cuenta la historia del arte de la mnemotecnia y la aparición de esas técnicas de memorización que una vez fueron parte de la formación básica (Cicerón las usaba habitualmente para sus discursos) y que ahora son sólo conocidas por una panda de friquis que se autodenominan atletas mentales y que se dedican a memorizar listas de números o palabras aleatorios, o mazos enteros de cartas, y a concursar entre ellos para ver quién lo hace en menos tiempo y quién retiene la mayor cantidad.

El libro es una pequeña joya. Es ameno, absorbente, ingenioso... Se lee como una novela. Y para colmo, cuando acabas te sientes algo más sabio, aunque solo sea porque por primera vez en tu vida eres capaz de ir al Mercadona sin llevar la lista de la compra. ¿Cómo? ¿Que qué significa el título? Ah, pues significa: cuatro de picas, rey de corazones y tres de diamantes. Pero si queréis saber por qué, vais a tener que leer el libro...

domingo, 11 de diciembre de 2011

Optimal Control: An Introduction to the Theory with Applications, de Leslie M. Hocking

Este libro es una joya (creo que me lo recomendó Alberto Ibort). Es una introducción a la teoría de control óptimo "para dummies". El libro construye la teoría desde ejemplos sencillos hasta el teorema de Pontryagin (que dicho sea de paso, es increíble).

La idea de fondo es: ¿cómo puedo conseguir que una ecuación diferencial se comporte de una cierta manera cuando añado un "control" (una variable que manipulo externamente) minimizando/maximizando un observable?

Una muy buena introducción a un tema. De esos libros que le dan a uno ganas de trabajar en el tema. De hecho se me han ocurrido algunas aplicaciones a "systems biology" :-)

La única pega es que el libro está centrado casi exclusivamente en ejemplos lineales y la parte de métodos numéricos deja algo que desear. Pero, aún así, no desmerece.

Lo recomiendo para todos aquellos que (como yo) disfrutan leyendo matemáticas.

lunes, 5 de diciembre de 2011

El discurso del Nobel de Feynman

Estoy pre-navideño como véis y necesito urgentemente un parón (estoy al borde del colapso por exceso de trabajo). Así que hasta que acaben estas semanas infernales, me desahogaré poniendo libros :-)

Hoy os dejo el del discurso del Nobel de Feynman.

No es exactamente un libro, sino más bien un cuento. Un relato personal de cómo fue probando ideas disparatadas en su mente a lo largo de los años hasta que el puzzle fue tomando forma en su mente.

Con Feynman siempre tengo la misma sensación. Recuerdo con mucho cariño todo lo que he leído de él y siempre pienso que el recuerdo probablemente sea superior al "original" pero, cada vez que lo releo, me vuelvo a entusiasmar con el "personaje".

Probablemente el Feynman de sus "autobiografías" y el de este discurso sea parte de la ficción que de si mismo hizo el propio Feynman, pero que me cae bien ese personaje :-)

Bueno, al grano, el discurso se lee en un viaje en autobús pero me resultó muy inspirador.

Enjoy!

Este sí está en dropbox en formato epub.

Aprendizaje. Neurociencia y la escuela de la vida, de Manfred Spitzer

Al hilo de la conversación que tuve el otro día con Susanna y Jose, me he animado a poner un libro que he terminado de leer hace un par de semanas.

La idea del libro es (aprovechando el tirón del informe PISA, la verdad sea dicha) resumir gran parte del conocimiento científico en la neurociencia del aprendizaje.

El libro está estructurado en tres partes, una más orientada al cerebro, otra al experimentos relacionados con el aprendizaje y una última más filosófica sobre la educación a la luz de esos experimentos.

El libro tiene casi 500 páginas pero se lee muy bien. Está muy bien documentado (tiene 20 páginas de referencias a artículos científicos, de los que alguno me ha bajado por curiosidad).

Muy recomendable.

El único "pero" que le pongo es que, a pesar de sus 500 páginas, te quedas con la impresión de haberte quedado en la superficie del tema.

Lo he leído en papel, por cierto y no parece que esté más que en alemán en la red.

He visto que este autor tiene otro más técnico y a lo mejor lo leo.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Pero, ¿es esto arte?, de Cynthia Freeland

(Cortado y pegado de la entrada de Mario en G+ —si es que tengo que hacerlo yo todo...—).

Este libro es una introducción a la teoría del arte. Se lee en un día (literalemente) y es interesante porque habla de teoría del arte basándose en ejemplos. Es curioso porque ilustra cada teoría con un ejemplo y varios contraejemplos. También discute cómo el concepto de arte ha cambiado con el tiempo y desmitifica el arte occidental como arte "auténtico" poniendo en contexto el arte de otras culturas.

Recomendable para un domingo.

Lo leí en papel, sorry.

viernes, 2 de diciembre de 2011

La hormiga que quiso ser astronauta, de Félix J. Palma

Esta es la primera novela del autor de El mapa del tiempo. Dicen de ella que es una novela de juventud, no sé si por el tema (trata, en efecto, y a grandes rasgos, del paso de la niñez a la "madurez") o porque es su primera obra de envergadura. Sea como fuere, es una novela en toda regla, y una novela curiosa. De su estilo no puedo añadir mucho más a lo que ya he comentado en otras entradas de este autor, si acaso que en esta es Palma elevado al cubo, tal vez porque al ser la primera quería deslumbrar usando todos los recursos de que era capaz. Así que la prosa es barroca, irónica y exagerada, más que en ninguna otra de sus novelas. Pero además el relato está muy bien trazado. De entrada la novela empieza con algo que parece la firma del autor (como la aparición de Hitchcock en sus películas): una ruptura de pareja y un suicidio que no llega a término. Sus tres novelas empiezan igual y no creo que sea casualidad. Incluso me parece recordar que algunos de sus cuentos también. Pero el tono es bastante humorístico, lo que choca con ese comienzo tan deprimente. El relato discurre a la par que el protagonista salta de una mujer a otra, protagonizando historias de amor un tanto peculiares. Y enseguida hacen su aparición elementos fantásticos (que a la postre no lo son, como en casi todas sus historias), otra de sus señas de identidad. En principio el libro parece un conjunto de relatos independientes más o menos hilvanados, pero a medida que la historia avanza se van acumulando los elementos que chirrían, al tiempo que el tono es cada vez menos cómico, más patético, y cerca del final una pieza, una escena con su última chica, encaja todas las demás y la imagen del puzzle se revela. En un giro inesperado todo lo que has leído adquiere una dimensión nueva y la novela queda elegantemente rematada.

Otra de los recursos de esta novela son las referencias literarias. Yo he reconocido a Proust (sin haberlo leído, aunque no tiene gran mérito), a Nabokov, a Kafka, a Cortázar, a García Márquez... y al prestigioso autor cuya historia tiene un cierto paralelismo con esta y que se revela al final de la novela. Eso sí, las referencias tienen su giro "especial"; por ejemplo, la escena de la magdalena de Proust aparece aquí en versión cutre. La novela concluye con un epílogo autorreferente.

Ah, ¿que dónde está la hormiga que quiere ser astronauta? Al final del libro, claro.

jueves, 1 de diciembre de 2011

El ruido eterno, de Alex Ross

Este libro es una rareza porque es un ensayo sobre la música clásica del siglo XX y a la vez un best-seller. La idea del libro es muy buena: recorrer la música clásica "contemporánea" pero ligándola a los avatares históricos. Como cualquier otra de las artes, la música está fuertemente influida por la historia, pero a la vez, y esto es particular de la música, la historia del siglo XX ha estado muy influida por la ella. De todos modos, no deja de ser un tema un tanto peculiar para un best-seller.

El autor, Alex Ross, es, al parecer, un famoso crítico musical de Nueva York que tiene una columna sobre música clásica en el New York Times. El título original de la obra es The rest is noise, en alusión a la frase que pronuncia Hamlet antes de morir. La traducción de este título como El ruido eterno se debe —así nos lo explica el traductor— a la traducción de Hamlet que hizo Moratín, en la que la frase final queda como «Para mí sólo queda ya... silencio eterno.» El título original alude a la percepción que se tiene de la música del siglo XX: ruido. Parece la afirmación de algún amante de la música clásica que se planta en Wagner.

El libro está dividido en tres partes: desde 1900 a 1933, el periodo de la génesis de la música contemporánea, desde 1933 a 1945, el periodo de la gestación y estallido de la Segunda Guerra Mundial, y desde 1945 a la actualidad, el periodo que podríamos llamar "vanguardista". El esquema de las dos primeras partes, las más interesantes y más fieles al planteamiento incial del libro, consiste en centrarse en algunos grandes nombres y contar la perspectiva histórico-artístico-musical desde esas figuras. En la tercera parte, la escasez de grandes nombres y la proliferación de estilos que caracteriza la vanguardia artística de la segunda mitad del siglo pasado hacen que este enfoque sea inviable. Además de eso, mientras en las dos primeras partes historia y música están entrelazadas e influyéndose constantemente, en la tercera la perspectiva histórica prácticamente desaparece, dejando la narración convertida casi en un catálogo de autores y obras. Por eso el libro es un tanto desigual: excelente en sus dos primeras partes, algo aburrido en la tercera.

Lo más interesante del libro es presenciar la génesis de la Segunda Guerra Mundial desde la música. El nazismo es una consecuencia directa del romanticismo (moviento cultural que, no en vano, surgió en Alemania), y nadie ignora que sus bases ideológicas descansan en una mitología que fue muy reforzada por la música romántica alemana, muy en especial las óperas de Wagner, pero también las sinfonías de Beethoven o Brahms. Considerando que Bach, también alemán, fue quien sentó las bases de la armonía cromática y la tonalidad, el pensamiento que dominó la música de comienzos del siglo XX fue la progresiva asociación entre tonalidad y fascismo. Schoenberg, el fundador de la Segunda Escuela Vienesa y creador del dodecafonismo, judío a la sazón, fue el mayor impulsor de esta idea, que calaría con fuerza en la música al acabar la Segunda Guerra Mundial. Pese a ello, el libro deja claro que Schoenberg no es el inventor de la atonalidad. Al parecer —y esto para mí ha sido un descubrimiento— sus orígenes se remontan a Liszt, como puede comprobarse en obras como Nubes grisesBagatela sin tonalidad. De hecho, el libro no empieza con Schoenberg, sino con Richard Strauss y las disonancias atonales que pueblan su ópera Salome. Y a Strauss las obras de Schoenberg le parecían más cercanas al ruido que a ninguna otra cosa.

Resulta fascinante comprobar cómo el culto a la atonalidad y el alejamiento del público son consecuencia de otra hipertrofia romántica, que derivó, en este caso, hacia una fáustica búsqueda del arte por el arte a cualquier precio. Los artistas muertos de hambre, encerrados en mugrientas buhardillas oscuras, componiendo sobre papeles sucios y arrugados, son característicos de la República de Weimar. Al mismo tiempo se gesta otra corriente populista que da lugar a la música de cabaret, la opereta y los musicales; que apoyada en los ritmos africanos genera el jazz en los Estados Unidos, y que en última instancia, andando el tiempo, da origen al pop. El enfrentamiento entre estas tendencias, el desprecio de los Artistas (con mayúscula) hacia la popularidad (se dice que a Schoenberg le cabreaba que una obra suya gustara al público) fanatizó su postura. A eso ayudó el hecho de que los totalitarismos insistieron en la tradición (el caso del fascismo) o en la música educativa (el caso soviético), hasta tal punto que la ferocidad destructiva hacia la tonalidad que caracteriza la vanguardia a partir de los años 50 sólo se puede entender a partir de una lectura de la historia.

La entrada en escena de Boulez en Europa y John Cage en Estados Unidos mandan al carajo de una vez por todas toda referencia a la música como se conocía hasta el momento. A partir de entonces los compositores se ven arrastrados por una dinámica que los aboca a componer para gato, serrucho y cepillo de dientes (me estoy quedando corto), perdiendo absolutamente las referencias y el norte. Ya he mencionado alguna vez la obra cumbre de John Cage: 4'33'', pero seguramente no hayáis oído nunca el Helicopter String Quartet, de Stockhausen, o Vexations, en la versión de John Cale, o la pieza  conceptual de Nam June Paik One for violin solo. Hay que reconocer, no obstante, que, aunque difíciles de oír, algunas composiciones tienen una fuerza sobrecogedora. Como muestra mencionaré el conocidísimo Requiem de György Ligeti (sí, sí, lo conocéis todos) y alguna otra de sus piezas corales, como la no menos famosa Lux eterna. Y eso pese a que Ligeti (que en mi opinión es uno de los grandes, junto con Messiaen) también jugó a hacer de Cage. La idea de que esta vorágine de gilipollez fue una trampa que atrapó a los compositores sin posibilidad de escapatoria no es mía; citaré al propio Ligeti en una charla de 1993:
Cuando eres aceptado en un club, sin querer o sin darte cuenta adoptas ciertos hábitos de lo que está de moda y de lo que no lo está. Decididamente, la tonalidad estaba pasada de moda. Escribir melodías, incluso melodías no tonales, era absolutamente tabú. Ritmo, pulsación periódica, era tabú, algo impensable. La música tiene que ser a priori [...] Funcionaba cuando era nuevo, pero se volvió trasnochado. Ahora no hay tabúes; todo está permitido. Pero no puede volverse sin más a la tonalidad, no es el camino. Debemos encontrar un modo de ni volver ni continuar con la vanguardia. Estoy en una cárcel: una pared es la vanguardia, la otra es el pasado, y quiero escapar.
Hacia finales de siglo, la idea de que "se habían pasado de la raya" la admitió incluso el propio Boulez (como si dijéramos el cerebro de la operación): «Bueno, quizá no tuvimos suficientemente en cuenta el modo en que la música es percibida por el oyente.» El rescate vino en sentido contrario al habitual: de los Estados Unidos a Europa, de la mano del minimalismo. A mí personalmente no me gusta demasiado, pero hay que reconocer que ha sabido encontrar su público y que muchos de sus compositores han vuelto a ser capaces de vivir de su música y no de las subvenciones. Con el minimalismo y su propagación al pop e incluso al hip-hop, termina el libro. Incidentalmente, ha sido para mí todo un descubrimiento percatarme de que el hip-hop puede ser una música compleja, rica en acordes atonales y ritmos complicados. Para muestra, lo que el Ross califica como la Consagración de la primavera de la música negra.

En el lado negativo esta obra tiene, a mi juicio, varios defectos. Para empezar, y como alguien le ha criticado, la música no se puede leer (a menos que esté en partituras y seas músico), de manera que la pretensión de escribir sobre música para una audiencia amplia es vana. Se puede comprobar en cada pasaje que describe cómo "las tríadas ascendentes desembocan en un acorde de séptima disminuida para descender bruscamente buscando la dominante y enarbolar trinos oscilantes que sugieren apenas la tonalidad". El libro está plagado de frases vacías como esta, e incluso peores. En general (los que seáis oyentes de Radio Clásica lo sabéis) los comentaristas de música clásica son muy proclives a la pedantería y a intentar describir con verbo poético lo que no se puede contar con palabras. El autor es consciente de esto, y por eso ha creado un blog bastante bueno donde recoge y comenta fragmentos de algunas de las obras mencionadas en el texto. Con este complemento el problema se solventa a medias, pero es inevitable pensar que, con la tecnología actual, este libro ha perdido la ocasión de convertirse en una obra pionera que, sobre un soporte electrónico, combinara texto y música de una forma sincronizada, de manera que pudieses leer sobre tal pasaje de la sinfonía cual a la vez que lo oyes, y que el texto apareciese a la vez que los elementos musicales a los que alude. De haber sido así, este libro sería una obra maestra. Lamentablemente, acaba resultando incómodo leer sobre algo que no puedes escuchar (y que por tanto no te dice nada) y escucharlo más tarde sentado al portátil tratando de hacer memoria o releyendo.

El otro defecto que le encuentro al libro es su fuerte sesgo hacia la ópera y la música sinfónica, en detrimento de la música de cámara. Despacharse a Bartók en tres o cuatro páginas sin hacer apenas mención a su ciclo cuartetístico —una de las cumbres de la música—, o citar tan solo el octavo cuarteto de Shostakovich (y eso en relación la consabida referencia autobiográfica que uno puede encontrar en los folletos de los CDs) de los quince que escribió (otro ciclo imprescindible), y por el contrario dedicar un capítulo entero a Sibelius y otro casi entero a Britten (la mayor parte de él contando, con más detalles de los que yo habría querido, su ópera Peter Grimes), me parece, como mínimo, una visión muy parcial de la música del siglo XX. También echo de menos un análisis más profundo de la relación entre la música clásica y el jazz. Los intercambios entre ambas corrientes han sido una de las constantes en la música de este siglo.

Con todo es una obra recomendable, aunque solo sea porque viene a llenar un vacío muy notorio.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Mal de escuela, de Daniel Pennac

Hace unos meses reseñé en este blog un libro de Daniel Pennac: Como una novela, y entre los que aparecieron en el aparentemente fallecido Buzz (me gustaba más que google+) Mario Castro comentaba: “Mal de escuela es también muy bueno. Es más profundo y no se lee tan bien como el otro, pero se nota que el tipo sabe de lo que habla.”

Bueno, pues me le leído Mal de escuela y tengo que darle 100% la razón a Mario. Mal de escuela es genial. Es una reflexión sobre la escuela francesa (extrapolable a la escuela pública en general), sobre sus defectos y virtudes, pero lo mejor es el punto de vista que usa Pennac: el del pésimo alumno o “zoquete”, como cariñosamente le llama el autor. Comienza el libro describiendo su vida de estudiante… y sorpresivamente nos enteramos que él mismo fue un zoquete de mucho cuidado. Sus ocurrencias, como escaquearse de hacer los deberes, como birlarle pasta a su madre… A continuación comienza a reflexionar sobre el tema, de cómo la escuela está pensada para los buenos alumnos, cómo se las apañan los profes… todo además aderezado con multitud de anécdotas personales y desvaríos que son una auténtica delicia. Es verdad que es más duro de leer, pues salta de aquí a allá al parecer sin ton ni son, desvaría en sus peleas con su “yo” zoquete…

En resumen es una delicia que además te obliga a reflexionar sobre la educación, la forma de enseñar, en la pedagogía (todavía resuenan sus palabras el Como una Novela de “que buenos pedagogos éramos cuando no nos interesaba la pedagogía”), en especial en la enseñanza obligatoria. Me resultó especialmente interesante su reflexión al final del libro sobre la sociedad de consumo, la escuela, los barrios marginales, y su tremenda crítica política al respecto. El último capítulo (el 14) de la cuarta parte del libro es delirantemente bueno. Con mi recomendación os dejo este trocillo:
[..] No, me pregunto solo qué tipo de zoquete habría sido yo si el azar me hubiera hecho nacer, digamos, hace unos quince años. No cabe duda alguna: habría sido un zoquete consumidor. A falta de precocidad intelectual, me habría refugiado en esa madurez comercial que confiere a los deseos de los adolescentes la misma legitimidad que a los de sus padres. Lo habría convertido en una cuestión de principios. Ya me parece oírme: Vosotros tenéis vuestro ordenador, ¡yo tengo derecho al mío! ¡Sobre todo si no queréis que toque el vuestro! Y habrían cedido. Por amor. ¿Amor descarriado? Es fácil decirlo. Cada época impone su lenguaje al amor familiar. La nuestra prescribe la lengua de los objetos. No olvidéis el diagnóstico de la abuelita Marketing: «De ello depende su identidad». Como buen número de niños y adolescentes a los que oigo, un poco por todas partes, yo habría sabido convencer a mi madre de que mi adecuación al grupo, mi equilibrio personal pues, dependía de esta o aquella compra:
—¡Mamá, necesito absolutamente las últimas NNN!
¿Habría querido mi madre que yo fuera un paria? ¿No bastaban ya mis lamentables resultados escolares? ¿Realmente había que agravar las cosas?
—Mamá, te lo juro, de lo contrario parecería un primo. —Corrección: «primo» está ya un poco pasado—. Parecería un petao, y eso no mola. En sus tiempos, Michel Audiard habría hablado de un lila o de un pazguato. «¡Ma, si no me pagas esos zuecos me tomarán por un lila!» Y mi madre habría cedido.
Pero, hace unos quince años, ¿habría sido yo el pequeño de cuatro hermanos? ¿Me habrían deseado? ¿Me habrían concedido el visado de salida? Cuestión de presupuesto, como todo lo demás.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Momentos estelares de la humanidad, de Stefan Zweig


Hace unos años me dio por leer algo de historia y cayó en mis manos un libro de Ernest Gombrich, Breve historia del mundo, pensado (y en eso concuerdo completamente) para los niños que leí como una novela de intriga (y en cierto sentido fue mucho mejor que muchas de las que me he leído, antes y después). Tanto me cautivó que me dediqué a buscar más libros del mismo estilo (recientemente encontré uno del español Fernando García de Cortazar, autor de una magnífica Historia de España, pero desgraciadamente, al menos para mi gusto, su Pequeña historia del mundo está a años luz de la de Gombrich) y cayó en mis manos este librito del alemán Zweig. El libro contiene 14 historias que describen 14 “momentos estelares” de la humanidad según Zweig. Son los siguientes:
1. Cicerón. 15 de marzo de 44 antes de Cristo.
2. La conquista de Bizancio. 29 de mayo de 1453.
3. Huida hacia la inmortalidad: El descubrimiento del océano Pacífico. 25 de septiembre de 1513.
4. La resurrección de Georg Friedrich Händel. 21 de agosto de 1741.
5. El genio de una noche: La Marsellesa. 25 de abril de 1792 .
6. El minuto universal de Waterloo: Napoleón. 18 de junio de 1815.
7. La elegía de Marienbad: Goethe entre Karlsbad y Weimar. 5 de septiembre de 1823.
8. El descubrimiento de El Dorado. Enero de 1848
9. Momento heroico: Dostoievski, San Petersburgo, plaza Semenovsk. 22 de diciembre de 1849.
10. La primera palabra a través del océano: Cyrus W. Field. 28 de julio de 1858.
11. La huida hacia dios. Finales de octubre de 1910.
12. La lucha por el polo sur: El capitán Scott, 90 grados de latitud. 19 de enero de 1912.
13. El tren sellado: Lenin. 9 de abril de 1917.
14. Wilson fracasa. 15 de abril de 1919.
Esos momentos, como el define son totalmente subjetivos, y tienen en común que el ir por uno u otro camino era una decisión de un instante (como ese electrón que “elige” la rejilla de la izquierda en vez de la de la derecha, en el último momento…) pero que nos conduce a un hecho histórico sin precedentes. Sus palabras, escritas en el prólogo son: «Tales momentos dramáticamente concentrados, tales momentos preñados de fatalidad, en los que una decisión destinada a persistir a lo largo de los tiempos se comprime en una fecha, en una única hora y a menudo en un sólo minuto, son raros tanto en la vida del individuo como en el curso de la Historia.»

Con esos datos el libro prometía así que me puse manos a la obra. He de decir que el libro me dejó perplejo. Toda mis expectativas fueron rebasadas con creces. Para mí es un clásico, un libro imprescindible que hay que leer y salvar con esos pocos (miles ahora gracias al ebook) libros para llevarnos a la isla del fin del mundo. ¿Por qué? Pues no sólo por la sublime forma de escribir los 14 momentos. Son 14 ensayos independientes, cada uno una auténtica joya de la literatura, el cuento, la novela corta, hasta la poesía (Zeiwg era también poeta). Lo que me superó fueron los hechos que eligió el autor. Me imaginaba grandes batallas (y alguna sí que hay), Cristo, reyes… ¿Y qué me encontré? Pues cosas mucho más IMPORTANTES (y lo pongo con mayúsculas): ciencia, justicia, música, arte, y claro, batallas, como no. Los que siempre tengo en la memoria son los siguientes. El primero, donde cuenta la decisión de Cicerón, el romano, el abogado, el orador (ya hablé de Imperium, el primero libro de la trilogía de Robert Harris sobre el famoso romano), de enfrentarse a César, de impedir la caída de la República... y que le valió su muerte. Vaya historia… no puedo evitar leerla de tiempo en tiempo. Otra historia es la descripción por Zweig de la composición por parte de Händel de “El Mesías”. Cuando acabé me fui literalmente al Corte Inglés (única tienda en Sevilla donde podías comprar CDs de música clásica en aquel momento),  me compré el CD y lo escuché de cabo a rabo. La descripción de la caída de Bizancio (Constantinopla) y sus consecuencias es deliciosa. La importancia de la línea telegráfica que unió Europa y los EEUU… La poca flexibilidad del Mariscal Grouchy que provocó, según nos cuenta (aunque ya nunca lo sabremos), la derrota de Napoleón en Waterloo.

Nada, si después de esto no os vais a la FNAC o a donde sea a comprarlo y leerlo… Que lo disfrutéis.

La radio de Darwin y Los niños de Darwin, de Greg Bear


Como ya he dicho muchas veces me gusta la ciencia ficción, aunque obviamente la buena ciencia ficción. Buscando aquí y allí, encontré varios comentarios sobre estos dos libros de Greg Bear. La idea era interesante, especular con un cambio evolutivo en el ser humano como consecuencia de una mutación genética en respuesta al stress de nuestra vida actual. Su autor afirma en sus notas finales que para preparar el libro se entrevistó con muchos científicos (sobre todos biólogos moleculares) para que su idea no fuese un mero disparate. Parte del objetivo del libro es introducir al lector con la terminología de la biología molecular moderna (se explaya con palabrejas técnicas que nos explica, e incluso nos pone un glosario de las mismas al final de los libros.

La historia de La radio de Darwin comienza en los Alpes con una “excursión” de tres ladrones de tumbas que pretenden encontrar evidencias de que existió el Jeti (hombre de las nieves), descubriendo en realidad una familia de neardentales en una situación muy desconcertante según ve Mitch Rafelson, uno de los personajes principales de la novela. Luego saltamos a Georgia donde las Naciones Unidas investiga matanzas de la reciente guerra civil, aunque encuentra algo un poco perturbador: familias muertas con bebes recién nacidos en las manos … madres embarazadas con disparos en en abdomen. Nuestra protagonista principal, una experta en biología molecular, es expulsada de la zona, etc. Así poco a poco Berg nos va introduciendo en la trama: Una nueva especie está surgiendo … pero resulta que ya lleva años entre nosotros pero el homo sapiens sapiens los ha exterminado por alguna misteriosa razón. La trama está bien, te cuenta muchas cosas que no sabía, como que tenemos incrustado en nuestro ADN secuencias enteras de ADN vírico, en apariencia antiquísimo y que “no sirve para nada”. Lo que ocurre a continuación es que e Mitch Rafelson mpiezan a nacer niños muertos y sus madres quedan embarazadas de nuevo sin mediación de nadie ¿?. Esto se convierte en una epidemia (hay madres infectadas de ciertos virus que son los causantes de dichos abortos, pero en realidad los portadores son sus “maridos” (los hombres) que no se creen una palabra. Bueno para abreviar, nuestra protagonista queda embarazada y tiene una de los nuevos niños (después de perder el intermedio) con el experto antropólogo Mitch Rafelson.

Los “nuevos” niños son muy “especiales”, nacen hablando, se comunican con feromonas, cambiando de color la piel, etc. Es obvio que el gobierno de EEUU (donde transcurre la historia) empieza a perseguir a estos nuevos niños y a confinarlos en escuelas especiales así que comienza una batalla legal sobre derechos civiles, etc. Hasta aquí el primer libro (el final no os lo destripo, pero se intuye). El libro no está mal dentro del panorama de la ciencia ficción (le dieron el premio Nebula de 2000 y fue finalista del premio Hugo de ese mismo año). Una buena descripción es la que hace en su presentación Miquel Barceló:
“LA RADIO DE DARWIN es, pues, una intrigante especulación a partir de los actuales conocimientos biológicos y antropológicos, un ingenioso y bien tramado thriller que cuestiona casi todas nuestras creencias sobre los orígenes del ser humano y su posible destino. 
Tres hechos, que al principio parecen inconexos, acabarán convergiendo para sugerir una novedad devastadora y sacudir los cimientos de la ciencia: la conspiración para ocultar los cadáveres de dos mujeres y sus hijos en Rusia, el descubrimiento inesperado en los Alpes de los cuerpos congelados de una familia prehistórica, y una misteriosa enfermedad que sólo afecta a mujeres gestantes e interrumpe sus embarazos. 
Kaye Lang, una bióloga molecular especialista en retrovirus, y Christopher Dicken, epidemiólogo del Servicio de Inteligencia de Epidemias, temen que algo que ha permanecido dormido en nuestros genes durante millones de años pueda haber empezado a despertar. Ellos dos, junto al antropólogo Mitch Rafelson, parecen ser los únicos capaces de resolver un rompecabezas evolutivo que puede determinar el futuro de la especie humana... si ese futuro sigue existiendo. 
Y todo ello en el seno de una peripecia humana general pero que remite a la misma aventura de la ciencia, al enfrentamiento de viejos y nuevos paradigmas del conocimiento.”
La segunda novela, es como casi se puede adivinar por su nombre, la secuela, la segunda parte. Aquí tengo que decir que si la primera me gustó, la segunda me decepcionó bastante. Se cumplió esa máxima (que como sabemos tiene sus honrosas excepciones) de que nunca segundas partes fueron buenas. Esta vez en su presentación Miquel Barceló escribe:
“La idea de una mutación por el efecto de un retrovirus presente en el ADN humano se analizaba allí [La radio de Darwin] en la forma de un sugerente y estimulante thriller tecnobiológico. Pero, y algunos lo sabíamos o intuíamos, quedaba lo más importante: ¿cómo reaccionarían las estructuras sociales y políticas actuales ante un fenómeno de tal magnitud?, ¿cuáles serían las consecuencias de la convivencia de dos especies humanas distintas? […] LOS NIÑOS DE DARWIN especula brillantemente sobre la difícil convivencia entre dos especies humanas. Cuando los niños mutados por el retrovirus SHEVA alcanzan la adolescencia, se enfrentan a un mundo que se siente ultrajado por su sola presencia. El miedo a que puedan entrar en acción nuevos retrovirus que podrían incluso determinar el fin de la especie humana tal y como ha sido conocida en los últimos milenios, lleva a confinar a los «niños de Darwin» en «escuelas» especiales, verdaderos campos de concentración, mientras grandes sectores de la población los demonizan de manera histérica y casi instintiva. El conflicto entre especies parece inevitable.”
Pues eso, se describen las paranoias del personal, mezcladas con las historias de los padres de Stella: Lang y Rafelson (los principales actores de la primera novela) que se han separado y han continuado por caminos muy distintos, uno luchando por los derechos de los nuevos niños, y la otra intentando probar científicamente que no son una amenaza.

Lo que pone la guinda al pastel es que el autor, en esta segunda parte, se pone a especular sobre la existencia metafísica de un ser invisible que obviamente es Dios y que empieza a hacer tambalear los principios racionales de la bióloga Kaye Lang. El propio autor escribe al final:
“Gran parte de la ciencia de esta novela sigue siendo controvertida. La ciencia normalmente nace con elucubraciones, pero con el tiempo debe recibir confirmación por medio de la investigación, las pruebas empíricas y el consenso científico. Sin embargo, todas las elucubraciones presentadas aquí están apoyadas, en mayor o menor medida, por textos de investigación publicados en respetables revistas científicas. Me he preocupado de solicitar algunas críticas científicas y he corregido allí donde los expertos me sugerían que me estaba pasando de la raya. 
No dudo que siga habiendo errores, pero son responsabilidad mía, no responsabilidad de los científicos u otros lectores amables que detallo en los agradecimientos. 
Las elucubraciones teológicas que presento también están basadas en pruebas empíricas, personales y recogidas de gran cantidad de textos clave. Pero esas pruebas son muy difíciles, hasta lo asombroso y lo extraordinario, de presentar científicamente, ya que necesariamente son anecdóticas. 
Eso no hace que la verdad sea menos evidente para los testigos; simplemente sitúa ese tipo de experiencia vital en la misma categoría que otros sucesos humanos, como el amor, el pensamiento abstracto y creativo, y la inspiración artística. 
Todas esas experiencias son personales y anecdóticas, y sin embargo casi universales; la ciencia actual no comprende ni cuantifica con facilidad ninguna de ellas.”
En comparación con el primer libro, Los niños de Darwin es bastante mas floja y aburrida (en especial sus elucubraciones teológicas). Muchas veces se pasa desvariando sobre la ética de los campos de concentración, el “comunicador” (Dios) etc. Vamos, que si sólo os leéis la primera, no os perderéis nada, más aún con el final previsible y hasta cierto punto lamentable de la misma.

El hijo de Stalin, de Robert Harris

Habiendo leído Imperium de Rober Harris, del que ya he escrito una entrada aquí, me quedé con ganas de leer su continuación y descubrí, para mi decepción, de que todavía no habían aparecido sus dos secuelas (es una trilogía) sobre las “aventuras” de Cicerón, así que me puse a buscar si había algo más de Harris y encontré dos novelas: Pompeya (que versa sobre la famosa erupción, y no se nada más, pues lo tengo en tareas pendientes) y El hijo de Stalin. Así que después de leerme algún libraco reseñado en este blog, decidí, dada la buena sensación que me dejó Imperium, probar suerte con Harris otra vez. Dado que la historia de la URSS es algo que queda “cerca”, elegí El hijo de Stalin.

Tengo que decir, que aunque me gustó, el libro no era ni por aproximación lo que yo me pensaba que era. La historia comienza con la narración por parte de un tal Rapava de los hechos que ocurrieron en la víspera de la muerte de Stalin al personaje principal: un famoso profesor de Oxford, residente en Nueva York y escritor de cierto éxito, el cual se supone que es todo un experto en Stalin. La historia que le cuenta Rapava, que había sido el guardaespaldas más joven de Beria (el todo poderoso jefe de la seguridad soviética en los tiempos de Stalin, la NKVD, precursora de la KGB), es que Beria, había robado a un moribundo Stalin una llave que abría la caja fuerte del susodicho de donde sustrae un cuaderno, que se supone que es el diario personal donde Stalin ha hecho las anotaciones de sus últimos años. Aquí Harris aprovecha para contarnos el golpe magistral de Jruschov, Zhukov y otros de los líderes soviéticos para cargarse a Beria, acusándolo de enemigo del pueblo, y…. Bueno el resto de esa introducción os la dejo para que la disfrutéis (son unas pocas páginas —10%— del principio, necesarias para meternos en la trama real del libro). Después de contarle toda la historia, Rapava desaparece sin dejar rastro, aunque dejando algunas más que sospechosas pistas: cierta caja de cerillas, una hija “puta” y un hijo “muerto” (eso me suena de más de una peli).

La acción del libro tiene lugar a finales de los 90, con el amigo Eltsin en el poder, una Rusia con unas desigualdades tremendas, con una aparente democracia… y con un Symposium de historia del Partido Comunista de la URSS con eruditos occidentales… Nuestro personaje principal es un inglés, el Dr. C. R. A. Kelso, “al que todos llamaban Chiripa, que significa “golpe de suerte”. Este es un mujeriego empedernido, bebedor si es necesario, que ha pasado años en Moscú estudiando lo que ha podido en los archivos sobre la personalidad de Stalin (Harris aprovecha para deleitarnos con varias frases del jefe del Soviet Supremo como esta: “Elegir la víctima, preparar minuciosamente los planes, consumar una venganza implacable y después irse a dormir... no hay nada más dulce en el mundo”. Cuan fiable es la frase, no lo sé, pero no me extraña nada que lo dijera.

El caso es que Chiripa no puede evitar pensar que Rapava, su desconocido confidente, tiene el famoso diario de Stalin así que…

No puedo seguir, a no ser que queráis que os destroce el libro. A partir de este momento empiezan a aparecer personajes (relevantes, en la historia) que conducen a Chiripa en su búsqueda hasta que, ¡cómo no! encuentra el famoso cuaderno perdido de Stalin. Lo que lee da a la historia un giro inesperado (estamos casi en la mitad del libro). La descripción de la Rusia de finales de los 90 es muy buena, la nostalgia por el pasado, la prostitución de alto “estanding”, la policía sin medios, las amenazas mafiosas…

Aunque el libro es más un thriller que una novela histórica, me lo pasé muy bien. A veces intuía lo que iba a pasar pero… Lo dejo, no sigo. Os lo recomiendo para una lectura de fin de semana, sin mucha más pretensión que la de pasar un rato entretenido con una novela correcta y con personajes no muy complejos, pero por lo menos creíbles.

Imperium, de Robert Harris

Dando un paseo por el centro de Sevilla entré en El Corte Inglés en el apartado de libros de ocasión y pillé una de esas ofertas de libros a 5 euros que de vez en cuando ponen. Suelen ser “best sellers” en tapa dura que llevan ya un tiempo en el mercado y que las editoriales deben vender a precio de saldo para ahorrarse el almacenaje. Entre los que me compré estaba Imperium de Robert Harris. El currículum del escritor parecía interesante: “Ha trabajado como reportero de la BBC, ha sido responsable de la sección de política del Observer y columnista de The Sunday Times. En 2003 fue nombrado Columnista del Año en los British Press Awards…)”. La crítica escribía flores sobre sus libros… y de este en cuestión que habla de la vida del gran abogado romano Cicerón. De hecho Harris describe la primera parte de la vida de Cicerón, cuando pasa de ser un simple abogado a entrar en la arena política de Roma como cónsul romano. El final del libro no desmerece nada (y me he leído más de un libro que ha pasado de entretenido a bazofia en las últimas 10-15 páginas).

Harris describe con gran maestría, desde mi punto de vista, la vida política de la todavía entonces República. Las luchas de poder de los correspondientes generales (entre ellos Pompeyo) y describe como va emergiendo uno en particular, Julio César, el cual no cesa en su empeño de hacerse con el poder. La novela esta escrita desde el futuro, de la mano de Tiro, el esclavo y secretario personal de Cicerón. La descripción de la corrupción de muchos de los políticos romanos y sus tejemanejes son muy representativos del día a día en la política actual. En particular me gustó mucho como Harris describe a Cicerón, un abogado muy “justo”, pero un abogado al fin y al cabo, con intenciones políticas muy claras.

Para preparar el libro, Harris explica que estudió minuciosamente la vasta de Cicerón que ha llegado a nuestros días, y seguramente sea cierto, pues a diferencia de otros libros de novela “histórica” que he reseñado aquí (como el nefasto La caída de los gigantes) la novela se lee más que bien, los personajes son bastante creíbles (las descripciones de Tiro son muy buenas) y te muestra una Roma corrupta pero a la vez grandiosa, con sus complejas leyes, su “democracia” y sus juegos de poder. Os lo recomiendo a todos, y espero que la segunda entrega (es una trilogía) no tarde demasiado y que esté a la altura de este pues tengo impaciencia por saber de las nuevas tribulaciones de este grandioso personaje histórico, capaz de arriesgar su vida y enfrentarse a César, quien lo mando a asesinar como bien cuenta Stefan Zweig en su magnífico Momentos estelares de la Humanidad, otro libro del que en breve escribiré una reseña en este blog.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Nada, de Janne Teller

No hay nada peor que crear grandes expectativas. Nada. Compré este libro sin información previa, sin saber una palabra de la autora, seducida por las magníficas críticas de la contraportada y la solapa: "A la altura de un premio Nobel"; "Uno de los libros más literarios y filosóficamente interesantes de los últimos años"; "Impresionante. Janne Teller consigue manterner el suspense hasta la última página... Gran arte". En fin. El primer comentario me hacía esperar a García Márquez, a Saramago, a Yeats quizá... Con el segundo deseaba tener que replantearme algunas cuestiones, volver a dudar. El tercero me tentaba con un final inesperado. Pero, al final, nada de nada. En lugar de un texto de los grandes, dadaísmo. El crítico que anunciaba filosofía debería leer un poquito más. Y, para mi desilusión, el final estaba escrito en las primeras páginas (al menos en mi ejemplar). En la parte positiva: se lee en unas pocas horas.

Pierre Anthon dejó la escuela el día que descubrió que no merecía la pena hacer nada puesto que nada tenía sentido.
Los demás nos quedamos.

Así se anuncia la historia de Teller. El resto se desarrolla a partir de las acciones que los compañeros de clase de Pierre Anthon (subido a partir de la página diez a un ciruelo) inician para combatir el alud de realidad e indiferencia que se les ha venido encima. El empeño en devolver al renegado Pierre Anthon a las convenciones del mundo desemboca en un juego cuyo objetivo es encontrar significado a la vida y su circunstancia. Cada uno de los chicos debe entregar un objeto que para él o ella sea importante, que signifique algo. La trampa: no es uno mismo quien decide, sino otro de los compañeros, por turnos. El resultado de una regla así sólo puede ser uno, y en inglés lo llaman escalation. La provocación de la historia (y la reflexión que debería suscitar en nosotros, imagino) aparece cuando se cruzan esas líneas "sagradas" que tienen que ver con las religiones y con los cuerpos.

No puedo recomendaros este libro en las siguientes circunstancias: (i) habéis visto Hellraiser; (ii) habéis leído a Palahniuk; (iii) tenéis más de dieciocho años. Aún así, esta vez temo no haber comprendido el mensaje. No puede ser, me digo, que una veintena de comentarios extremadamente positivos (incluyendo la traducción a trece lenguas de un libro que es lectura recomendada en los colegios) describan una novela que me ha dejado tan indiferente. A pesar de mi no recomendación, desearía que alguno de vosotros se animase a leerlo. Quizá me podría aclarar dónde me he perdido...

domingo, 30 de octubre de 2011

El anatomista, de Federico Andahazi

Mateo Renaldus Colombus (c. 1516-1559) fue un profesor de anatomía y prestigioso cirujano de la Universidad de Padua cuya obra, De re anatomica, recoge sus descubrimientos, entre los que caben citar la circulación pulmonar, varios detalles anatómicos del corazón y las arterias, así como la localización exacta del cristalino del ojo. Y además otro. Otro descubrimiento que emula al de su tocayo en alcance y trascendencia siendo, sin embargo, infinitamente más pequeño y mucho más próximo que el continente que aquél descubrió. Mateo Renaldo Colón descubrió ni más ni menos que el clítoris. «¿Cómo que descubrió el clítoris? ¿De qué estás hablando?», os estaréis preguntando. Y yo comparto vuestra perplejidad. Si ateniéndonos a lo que nos explica Episcophagus las mujeres llevan sacando lustre a la pipa del coño desde antes de aprender a caminar erguidas por las sabanas africanas de comienzos del Pleistoceno, ¿qué carajo quiere decir que este fulano descubrió el clítoris nada menos que en el siglo XVI? Bueno, también cuando Colón pisó América estaba llena de gente y nadie se ruboriza en afirmar que Colón "descubrió" América. Además, desde que los aqueos invadieron Grecia 1800 años antes de que el presunto nacimiento de otro fulano nos complicase considerablemente la vida, el antiguo matriarcado fue sustituido por un férreo patriarcado y la mujer pasó a un segundo o tercer plano (con contadas, aunque notables, excepciones) hasta quien dice antesdeayer. En el siglo XVI incluso se dudaba de que tuviese alma (lo que, connotaciones religiosas aparte, quería decir básicamente inteligencia). Así que no es de extrañar que los hombres a esas alturas no tuviesen ni  pajolera idea del susodicho botón de la risa. Y el bueno de Mateo nos abrió los ojos.

El librito en cuestión, corto, simpático y muy bien escrito, es una novelización del gran descubrimiento de este otro Colón. Un relato de amor y tragedia, de ciencia e Inquisición, de Papas corruptos y putas de lujo, que nos transporta a la Italia del Renacimiento. La historia mezcla verdad y ficción combinando hechos reales con intenciones inventadas, todo ello trufado con las propias palabras de Mateo Colón, directamente extraídas de su De re anatomica. A mí me ha gustado mucho y la recomiendo.

NOTA PARA ALEX: Sí, hay escenas guarras.

martes, 25 de octubre de 2011

Barcos sin honra, de Alex García Alaman


Hoy traigo a este blog ni más ni menos que otro: una magnífica, amena y muy recomendable bitácora (como la llama el autor) sobre historia; específicamente sobre desmitificaciones históricas, como el subtítulo reza. El título del blog –nos explica su autor– alude a la famosa frase «Más vale honra sin barcos, que barcos sin honra», atribuida al almirante Méndez Núñez, quien al parecer la profirió, pese a su mitificadora grandilocuencia, en «una expedición de castigo en el Pacífico, donde Méndez Núñez llegó hasta El Callao, vio, bombardeó y se volvió a España sin peligro de quedarse sin sus preciosos navíos.» La frase es un símbolo de la tergiversación que la historia sufre andando el tiempo, por muy diversas razones.

El blog lo trajo a colación Saúl hace algunos meses poniendo una entrada en Buzz acerca de las Guerras de Flandes. Cuando lo leí y vi el material que había concluí dos cosas: que merecía la pena leerlo, y que, dado su volumen, era mejor pasarlo al ereader para hacerlo más cómodamente (es lo malo de los blogs, que cuesta leerlos en la cama; aunque supongo que esto no será un problema para quien tenga un tablet). Y como ebook (convenientemente adaptado y revisado) lo encontraréis en la conocida carpeta de dropbox.

Leído de un tirón es una magnífica colección de ensayos –de alrededor de 400 páginas– acerca de distintos hechos y aspectos de la historia, con el denominador común de echar abajo muchos mitos, omisiones o simples infundios propagados a través de la historiografía oficial. Y todo con una fina ironía y un estilo desenfadado, muy alejado de los tochacos al uso en este tipo de narraciones. Os aseguro que en más de una ocasión he llegado a la carcajada leyendo algún pasaje. Pero pese a este estilo ligero, el contenido es más que recomendable: yo diría que es imprescindible leerlo. La razón es que he descubierto que incluso los que  somos aficionados a la historia tenemos grandes lagunas que los poderes interesados se han dedicado a manipular, cuando no directamente a borrar de los libros. Así, me he sorprendido descubriendo, por ejemplo, que la burguesía catalana hizo su dinero, no manufacturando trapos, como siempre nos han hecho creer, sino cazando negritos en África y vendiéndolos como esclavos en Cuba. Sí, sí, como en Raíces. De hecho, si Cuba se perdió fue porque el gobierno español pasó olímpicamente de darle entidad de provincia a la isla y carta de ciudadanía a sus  colonos, y ello por la simple razón de que, de hacerlo, tendría que haber abolido la esclavitud, ilegal en España en aquellos tiempos (toma ya hipocresía),  acabando con el lucrativo negocio de esta buena gente. Al final se acabó de cualquier modo, pero para entonces la burguesía catalana había puesto su fortuna a buen recaudo "blanqueándola" (perdón por el chiste) en otros negocios más respetables, como el textil. Eso sí, este lobby negrero continuó participando activamente en la política del país, para regocijo de sus conciudadanos, realizando trabajitos como el de echar abajo la I República aplastando el que ha llegado a nuestros días como movimiento cantonal, y que es el sambenito que estos angelitos y sus agradecidos sucesores han colgado a lo que realmente fueron los primeros brotes del movimiento obrero (que quedó pospuesto para una mejor ocasión, de la cual ya sí que todos hemos oído hablar).

Y esto no es más que un ejemplo: en sus páginas caen "misconcepciones" como la de la Reconquista (¿Reconquista una cosa que duró 800 años? ¿De verdad?); se le da con vara a los Austrias y a los Borbones («the Dumb Saga»); reciben todas las ideologías (en especial el nacionalismo, al que dedica dos capítulos de significativos títulos: «La génesis de la boina» y «Banderas de nuestros padres»), y se echan abajo algunos mitos famosos, como el de Esparta. No me resisto a traer aquí el comienzo del primer capítulo dedicado a esta ciudad(es un decir)-estado:
Supongo que todos ustedes habrán visto ya la película “300”, ese video clip de dos horas en el que toda la población masculina de los gimnasios del Peloponeso se enfrenta a un ejército de orcos con máscaras dirigidos por la reina del carnaval de Tenerife. Ya saben, el heroico sacrificio de los durísimos espartanos, símbolo de la libertad, de Occidente, de nuestra cultura, de las cañas y las tapas del domingo y en general de todo lo bueno que en el mundo ha sido, en resumen, los “nuestros”, a manos de los corruptos, viciosos, traidores, sometidos y algo equívocos asiáticos, que todo el mundo sabe que de allí viene todo lo malo, como pueda ser el comunismo, los bazares orientales y Osama Bin Laden.
Este es el tono. En resumen, me lo he pasado a los indios leyendo este blog, y lo único que me preocupa es que, por el ritmo al que actualmente publica entradas en él, seguramente a este hombre lo tiene absorbido su trabajo y para mi desgracia al blog le quedan dos telediarios. Una pena que su autor no se dedique a escribir libros, porque tendría en mí a un fan entregado.

domingo, 23 de octubre de 2011

Solar, de Ian McEwan

Acabo de leer esta novela, Solar, que para mí representa el primer contacto con la obra de Ian McEwan. No es una novela breve, pero me ha durado apenas una semana. En mi caso, eso implica que he buscado todos los huecos posibles para seguir leyendo. O sea, que me ha enganchado.

Michael Beard es un físico en la cincuentena cuyos mayores logros quedan lejos en el tiempo y en el recuerdo, si otra cosa no por las veces que este último ha sido reelaborado y reescrito. Bendecido con la gracia del Nobel siendo bastante joven, el resto de su vida profesional se ha construido sobre las rentas del premio. El libro comienza cuando el quinto matrimonio de Beard está yéndose a pique: un desafortunado suceso (muy conveniente para el protagonista, por otra parte), le da una nueva excusa para huir otra vez del compromiso (siempre ligero) y volver a la adolescencia (nunca superada). El carácter voluble de Beard queda bien ilustrado por un irrefrenable deseo de comer que disfraza de consuelo o recompensa. Su falta de aprecio por lo sencillo, lo cotidiano y lo real se manifiesta asimismo en los aspectos profesionales: acaba de ser nombrado director de un nuevo centro dedicado al desarrollo de tecnologías limpias y eficientes para frenar el cambio climático. Hace ya muchos años que Beard perdió el tren de la ciencia, si bien ese Nobel --en el que la casualidad jugó su parte-- estampó en él una convicción vitalicia de su valía. Todo lo que vino después fue merecido.

Aunque tanto el título de la novela como la contraportada y algunas críticas que he leído en internet destacan "la abundancia de incitaciones a reflexionar sobre el cambio climático", esa no ha sido mi reacción tras leer la historia. Lo más interesante es el personaje de Beard y sus relaciones con las mujeres, los demás científicos y los distintos individuos que se le cruzan (y que él gustoso habría evitado), entre los que se hallan esos postdocs con coleta y los amantes de su mujer -- no desvelo nada que no se descubra muy al principio. Siendo yo misma parte del sistema científico, me ha resultado inevitable no ver en Beard los peores vicios del scientific stablishment. He disfrutado la forma en que McEwan, a lo largo de la novela y no siempre de forma explícita, analiza diálogos y acciones cuya motivación se origina en una intimidad casi subconsciente. Va más allá: nos explica de manera muy convincente cómo la falta de ética en los actos (hasta el asesinato) puede ser reelaborada hasta convertirlos en acciones más que justificables: son inevitables, loables, resultado de una justicia platónica. El texto está cargado de ironía, es ácido en ocasiones y esperpéntico en otras.

Ian McEwan une grandes hazañas intelectuales (¿conseguir un premio Nobel?) y nuestra naturaleza más irracional y egoísta para hacernos reflexionar no sobre el calentamiento global (opino), sino sobre la distancia frecuente entre nuestra íntima interpretación del mundo y de los demás y la fachada que les ofrecemos. Un relato bien documentado, creíble y recomendable.

martes, 18 de octubre de 2011

El mono enamorado (y otros ensayos sobre nuestra vida animal), de Robert M. Sapolsky

Robert M. Sapolsky es catedrático de biología y neurología en Stanford. Además de dedicarse a la investigación practica la divulgación y ha escrito varios libros. Hace ya bastantes años leí "¿Por qué las cebras no tienen úlcera?", un texto sobre las interacciones entre las emociones y la salud, diría que relativamente pionero en el campo. En "El mono enamorado", Sapolsky recopila una colección de artículos sobre nuestra naturaleza animal. Los breves ensayos están organizados en tres partes: (i) Los genes y quiénes somos, (ii) Nuestros cuerpos y quiénes somos y (iii) La sociedad y quiénes somos.

En la primera parte se ocupa de varios ejemplos que ilustran la relación entre genes y el individuo que generan (entre genotipo y fenotipo, vamos), incluyendo la (percepción de la) belleza, el envejecimiento, el papel de ambiente en los individuos y la relación entre los sexos. He encontrado algún argumento interesante sobre el perenne debate entre naturaleza y crianza y sobre los aspectos no adaptativos de la selección sexual, pero por lo general no he descubierto nada nuevo.

En la segunda parte encontramos una serie de ensayos sobre cómo nos afectan las emociones, sobre cómo son las interacciones entre el cerebro y el resto del cuerpo. Entre otros, aparece el siempre fascinante caso de los parásitos cerebrales (virus por lo general) capaces de controlar el comportamiento del organismo infectado. El estrés, los sueños, los estados químicos inducidos por el mal humor, la incertidumbre y el síndrome de Munchausen son temas tratados.

En la tercera parte se nos analiza como los seres sociales que somos, inseparables de ese contexto. Distintas culturas, distintos climas y distintas historias afectan nuestra biología. Un artículo interesante (quizá por ser un tema que he visto menos tratado) es el que discute la relación entre nivel socio-económico y salud, para concluir que la relación no es nada obvia. En otro de los ensayos, un tanto osado en los tiempos de corrección política que corren, relaciona clima y cultura: las culturas del desierto son monoteístas, las de las selvas politeístas; las primeras establecen estrictas jerarquías y están más militarizadas, son más propensas a creer en la inferioridad de la mujer... y han exportado su cultura a todos los rincones del planeta.

Este libro no es más que una introducción somera a los aspectos biológicos de la naturaleza humana. Los textos son notablemente introductorios a cada problema, están trufados de anécdotas y ensayan el humor con distintos grados de éxito. Requieren poco esfuerzo de parte del lector, así que no recomendaría esta obra de Sapolsky a quienes ya hayan leído libros de mayor calado sobre el particular (o los distintos particulares). En la parte positiva destaco la bibliografía técnica y divulgativa, bien escogida, que hay al final de cada ensayo. Me parece que puede ser un buen regalo para personas curiosas sin formación específica, para quienes cada relato podría encerrar una sorpresa. Para mí ya no era la primera vez.

lunes, 17 de octubre de 2011

El gaucho insufrible, de Roberto Bolaño

Al parecer, el grueso de la producción de Roberto Bolaño son relatos. Bolaño escribió mucho durante su vida; escribía compulsivamente, llenaba cuadernos y cuadernos, y escribía de todo: diarios, reflexiones, cuentos, poemas... Una parte de ese material que escribía incansablemente acabó integrado de una forma u otra en sus obras. Por eso su forma favorita es el relato: hasta sus novelas están construidas sobre relatos. El gaucho insufrible es una de las múltiples colecciones de relatos de Bolaño que se han publicado. Y en mi opinión, una colección bastante desigual. Las narraciones que componen este libro están escritas en muy diversas claves, desde el cuento intimista, casi poético, hasta la reflexión pura y dura; desde el cuento borgianos a la feroz crítica literaria. No todos me han gustado: los hay que me han dejado frío, o que me sobrepasan o que me parecen demasiado obvios. Pero también hay algunos que me parecen brillantes. En particular destacaría dos, que a mi modo de ver son los más auténticos porque en ellos habla Bolaño por su propia boca: el que se titula Literatura + enfermedad = enfermedad, en el que nos cuenta su vivencia de la enfermedad hepática que lo llevó a la tumba mientras esperaba un trasplante, y el que se titula Los mitos de Cthulhu, donde da cera a la "literatura" española actual con una ironía y una mala hostia magistralmente administradas.

De todos modos, lo más impresionante de Bolaño es cómo escribe. Lo lees y su prosa parece sencilla, sin excesivos artificios, casi natural; pero cuando lo piensas bien y la relees con cuidado te percatas de que nada hay en ella dejado al azar. Como en el último Borges. No es trivial escribir así, lo fácil es caer en el preciosismo, el adjetivo rebuscado, el retruécano, el barroquismo (como me ocurre a mí cuando me dejo llevar, vaya). Para llegar a escribir así hay que trabajar duro. Y no todos lo consiguen. Eso sí, el resultado lo merece.

viernes, 7 de octubre de 2011

Predictably Irrational, de Dan Ariely


Algunos recordaréis la espiral de colores que inicia esta entrada. En contra de lo que el cerebro interpreta que llega a los ojos, el "verde" y el "azul" de los dos brazos espirales son el mismo color. Con algo de esfuerzo (ampliando suficientemente la imagen y eliminando los laterales, o midiendo con Photoshop) todos podemos convencernos de que así es, y a partir de ahí utilizar nuestro pequeño descubrimiento para sorprender y deleitar a la familia la próxima Navidad: conocimiento útil. Percibir un mismo color como diferente dependiendo del contexto es una adaptación que nos resulta conveniente y que, por tanto, se ha seleccionado a lo largo de la evolución de nuestro cerebro en relación con el sistema visual: la interpretación se adapta automáticamente a distintas situaciones de luz, por ejemplo.

Este libro presenta una colección de "ilusiones cerebrales" que, por desgracia, no son tan fácilmente desenmascarables como la anterior. La lección principal que uno podría extraer del libro es que somos en gran parte máquinas de interpretar totalmente dependientes del contexto. Todo aquel que sepa crear el contexto adecuado puede en consecuencia manipularnos. Nuestras decisiones -con frecuencia muy poco racionales- dependen de nuestro estado interior y de muchos condicionantes que (pobres de nosotros) creemos ser capaces de controlar. La lectura del libro proporciona una pequeña lista de truquitos que podrían ayudarnos a ser menos timados por nuestra supuesta racionalidad. Si bien no puede ser exhaustiva, sí nos da pistas para que estemos más atentos.

El texto desgrana una serie de situaciones que, a lo largo de su vida profesional, el autor convirtió en experimentos sociales, con sus alumnos como víctimas en la mayoría de los casos. Suponga usted que quiere comprar un televisor y MediaMarkt (no son tontos) le ofrece las tres opciones siguientes: Panasonic de 36 pulgadas por 690 euros; Toshiba de 42 pulgadas por 850; Philips de 50 por 1480. La mayor parte de los consumidores tiende a escoger la oferta central. Sabiendo eso, a un publicista le resulta muy fácil propiciar la venta del modelo del que el vendedor quiera librarse: basta con escoger cuidadosamente un modelo inferior y algo más caro de lo razonable y otro de categoría superior pero significativamente más costoso. Voilà! La comparación es un enemigo poderoso en la toma de decisiones. Siguen ejemplos sobre la percepción de tu atractivo físico que un tercero tendrá en función de quienes te rodean o de lo aceptable del salario propio, que por supuesto depende de lo que cobren los demás. Nuestra percepción de lo valioso se establece en base a los modelos que consideremos válidos, o que nos hayan hecho creer que lo son: el aspecto del embalaje, la disposición de un escaparate o una prolija explicación previa. La predisposición a favor o en contra de un vino, una persona o una hipoteca se observa en señales cerebrales específicas que, de forma real y palpable, nos hacen disfrutar más de las experiencias bien decoradas. Por eso los placebos producen respuestas positivas y las opciones más caras se nos antojan mejores. El rol del contexto interno se hace obvio cuando somos preguntados por nuestras preferencias sexuales en dos estados distintos: reposo o excitación sexual. Como se podría esperar, la exquisitez del estado de reposo da lugar a un casi-todo-vale cuando quien manda no es el córtex frontal.

La motivación principal del libro viene del campo de la economía, aunque a mí no ha sido el aspecto que más me ha interesado. El libro se publicó con anterioridad a la crisis de 2008 y, según cuenta el autor, fue jocosa y escépticamente recibido por los economistas. Esta edición revisada discute cómo la idea de agentes racionales en economía se ha puesto en duda tras la crisis. O eso quiere creer él, en su racionalidad... Un elemento interesante en la narración, aunque ajeno al contenido principal, es cómo Ariely empezó a reflexionar sobre la irracionalidad. Fue tras un accidente en el que sufrió quemaduras de tercer grado en el 70% de su cuerpo. Hizo de la experiencia extrema aprendizaje.

El libro es fácil de leer, sugerente, y puede hacer reflexionar sobre nuestra irracionalidad. Los experimentos son en ocasiones más ilustrativos que concluyentes, pero me han resultado aceptables en el contexto (!) del libro. Lo que he echado muy en falta es que Ariely profundizara en ese "Predictably" del título. (Aquí debo decir que, inmediatamente antes de este libro, leí la obra magnífica de Ramachandran "The Tell-tale Brain", así que estaba predispuesta a esperar más, como Ariely me ha explicado.) No tengo mucha duda de que todas nuestras respuestas semi-automáticas y condicionadas y la dependencia de nuestras decisiones de nuestro estado de ánimo y del contexto externo son resultado de nuestro pasado animal. Nos ayudaron a sobrevivir. Pero ahora, en muchas ocasiones, nos hacen malvivir. Así que no bajéis la guardia: "Beware of the context".

sábado, 1 de octubre de 2011

Crack. Instrucciones de uso, por Ricardo Chávez et al.

No, aunque lo parezca por el título, este no es el manual del perfecto yonki. El crack es un movimiento literario que se dio a conocer en 1994 en Ciudad de México y que aglutina a un puñado de novelistas mexicanos nacidos en los sesenta (cinco entonces, siete a fecha de publicación de este libro), entre los que está Jorge Volpi, del que se ha hablado a menudo en este blog. Aglutinan a estos autores dos elementos: la amistad y un impulso renovador de la novela. En el Manifiesto del crack, que aparece en el primer apéndice del libro, cinco de sus autores: Ricardo Chávez Castañeda, Eloy Urroz, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou y Jorge Volpi, defienden una nueva novelística basada en asumir riesgos estilísticos, en romper con la tradición a la par que honrarla, en escribir novelas profundas, en separarse, en fin, de la corriente actual de la novela de consumo, el best-seller, la novelucha barata pensada, escrita y publicada sin más propósito que hacer dinero. Su idea es que un escritor debe aspirar a escribir novelas del calado de Cien años de soledad, Rayuela, Terra Nostra, Ulyses, En busca del tiempo perdido... incluso si fracasa en el intento. Y para ello hay que crear universos autocontenidos, personajes complejos, un lenguaje innovador. Hay que asumir que el lector es inteligente (al menos que lo son aquéllos a quienes se dirigen) y que apartarse de estos supuestos es insultar su inteligencia. Hasta el nombre del movimiento: crack, trata de aglutinar en un monosílabo (onomatopéyico para mas inri) todos estos principios. Crack es una onomatopeya como boom (la palabra que define al conjunto de autores latinoamericanos que renovaron la literatura en lengua española entre los 50 y los 60), pero a la vez es fonéticamente opuesta a boom y sugiere ruptura.

El libro que traigo aquí es un ensayo atípico que reflexiona sobre muchos de los aspectos del movimiento del crack. Contiene tres partes diferenciadas. La primera es el conjunto de relatos o novela a varias manos titulada Variaciones sobre un tema de Faulkner. El prólogo cuenta cómo se fraguó. Cuando cuatro de estos autores se conocieron siendo estudiantes a finales de los 80 les unían varias cosas, entre ellas su profunda admiración por Rulfo y el haber escrito "cuentos rurales". Cuentos ambientados en algún pueblo perdido de México, cuyos habitantes llevan vidas extremas y extrañas, y que son narrados a la manera tangencial, sugerida, a veces sólo intuida, de los textos de Rulfo. Eran cuentos homenaje. Cuando en alguna tarde etílica los dieron a conocer entre ellos alguien propuso reescribirlos y añadirle más relatos y un hilo conductor, de manera que formasen una única narración, una especie de Pedro Páramo pero escrito a varias manos. El resultado fue Variaciones sobre un tema de Faulkner, un relato que durmió el sueño de los justos en algún cajón perdido para reaparecer años más tarde, coincidiendo con la presentación de En busca de Klingsor, la más famosa novela de Volpi, como un entrañable pero algo embarazoso recuerdo del pasado. Superada la nostalgia uno de ellos (no recuerdo cuál) decidió presentarlo, contra la opinión de los demás, a un concurso de cuentos. Recibió el primer premio.

La segunda parte del libro, la propiamente titulada Instrucciones de uso, contiene ensayos de todos menos uno de los autores de este libro (la contribución de este uno es una bibliografía comentada que aparece también como apéndice). En ellos los autores reflexionan sobre la génesis, historia, validez, contenido, etc., del controvertido movimiento que lanzaron bajo la denominación de crack. Los propios ensayos son muestra de la riqueza estilística del grupo. Hay formatos de todo tipo, desde la propuesta de Volpi, en forma de texto legislativo, hasta la de Vicente Herrasti, titulada "Que del Crack sólo hablen las obras", y que consecuentemente está en blanco.

La tercera parte son los apéndices.

Desde luego no es esta la lectura que me llevaría a una isla desierta, pero (y pese a que termina siendo algo cansina por lo reiterativa) resulta una lectura interesante. Las Variaciones, el texto fundacional paradójicamente inmerso en la misma tradición de la que proponen desligarse, contiene cuentos bastante notables, y la reflexión que proponen los ensayos acerca de la literatura, de las aspiraciones de la novelística y de su propuesta, son un soplo de aire fresco en el panorama novelístico actual. Me gusten o no los resultados, apoyo cualquier iniciativa que se proponga grandes retos. En el fondo es una forma de altruismo porque seguramente autores de la calidad de estos podrían forrarse a base de producir best-sellers.