lunes, 25 de abril de 2011

El hombre de los círculos azules, de Fred Vargas

Segunda novela que me leo de Fred Vargas. La anterior (Huye rápido, vete lejos) era la cuarta de la serie del comisario Adamsberg; esta es la primera, y en cierto modo se nota. La historia no es demasiado interesante, pero sirve a la autora para presentar los personajes, sobre todo al comisario, un tipo pequeño, desgarbado, mal vestido y con una actitud indolente que mosquea a todos, pero con una intuición tan fuerte que huele el camino a seguir sin ninguna razón que lo avale. Es el anti-Sherlock Holmes. Esto podría parecer tramposo (en cierto modo lo es), pero bueno, no todo en la novela policiaca es el caso (de hecho, parece que cada vez el caso tienes menos relevancia). Por otro lado, al final siempre hay un razonamiento lógico que encadena las intuiciones del comisario, solo que da la impresión de que es una construcción a posteriori. Y bien mirado, si uno lo piensa, Sherlock Holmes actúa igual: hace cosas que sorprenden a todo el mundo, y sólo las explica a posteriori. Dos personalidades opuestas pero un mismo principio novelístico-policiaco. El punto fuerte de las novelas de Fred Vargas son los personajes tan raros que pululan por ellas. Son franceses, lo que ya los hace raros de por sí, pero es que, además, estos parecen sacados de películas como Amelie o Delicatessen. Son "especialmente" raros, incluso para franceses.

Están bien estas novelas, tienen su punto. No son grandes hallazgos, pero sirven para pasar el rato. Si me decidí a leerla es porque no tenía neuronas suficientes para algo más sesudo, y para eso son cojonudas.

domingo, 10 de abril de 2011

Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto, de Mario Vargas Llosa

 

Esta vez traigo, no uno, sino dos libros simultáneamente a este blog. La razón la explicaré más adelante. Empezaré diciendo que leí Elogio de la madrastra hace mucho tiempo. Yo soy asiduo seguidor de Vargas Llosa; me gustan mucho bastantes de sus novelas, e incluso alguna, como ya he comentado en este blog, me parece una obra maestra de la literatura universal. Pero este libro me decepcionó bastante. Es una novela corta o un relato largo, como se quiera ver. El libro apareció en la colección La sonrisa vertical (cuyo título explica su temática), y cuando lo acabé de leer me dio la impresión de un libro escrito por encargo de la editorial por razones de marketing, para promocionar la colección o para darle un tinte de distinción literaria. Y como encargo, me pareció una obra para salir del paso. Por supuesto tiene cierto nivel, este hombre sabe escribir, y aun siendo corta tiene personajes convincentes y una trama. Pero a mí me parecio dos cosas: excesivamente corta para el argumento que propone (que yo creo que podría haberse elaborado más, creando una tensión progresiva hasta el desenlace), y excesivamente barroca, que es el peligro en que incurren los escritores de Literatura (con mayúscula) cuando trabajan el género erótico. Total, como digo, decepcionante. Más adelante vi publicada Los cuadernos de don Rigoberto, y como sabía que este personaje procedía de la novela de la que estoy hablando (cosa que confirma la contraportada) me dije "más de lo mismo" y no hice ni intento de leerlo.

Pero hace algún tiempo Yuri me dijo que, coincidiendo conmigo en la valoración de Elogio de la madrastra, Los cuadernos de don Rigoberto le había gustado. Así que me decidí a darle una oportunidad y hace poco la leí. Esta novela es otra cosa. Aparentemente es la continuación de Elogio de la madrastra; en realidad, es una reescritura de la misma. Es el mismo género y un giro más sobre el mismo argumento. Es también barroca, pero de otra manera distinta, más interesante y más justificada tal vez. Pero lo que a mi juicio es en realidad, es una "disculpa" por Elogio de la madrastra. Es, yo creo, lo que esa novela debió ser y no fue, probablemente porque mediaron razones comerciales. De algún modo, o bien por las críticas que recibiera (que ignoro si las hubo buenas o malas; no suelo leer críticas), o bien por pundonor, se le debió quedar la espina clavada de lo que podría haber hecho. Nada más acabar de leer Los cuadernos de don Rigoberto, releí Elogio de la madrastra y mi perspectiva cambió por completo. A la luz de la segunda, la primera tiene mucho más sentido. Por eso las traigo las dos juntas: porque hay que leerlas seguidas, como una única obra, como primera y segunda parte de la misma novela. Entonces es como ambas se justifican entre sí (porque incluso la segunda no se entiende bien si no has leído la primera: hay constantes referencias a ella que son demasiado ambiguas para apreciarlas bien si no la has leído). Y leídas así sale un pedazo de obra. Metida en el género, pero literaria; con personajes complejos; con una trama interesante que mezcla realidad y ficción de una forma que cuesta distinguir y que sólo al final queda completamente separada; con alteraciones temporales que hacen que parte de lo que estás leyendo adquiera pleno sentido, de nuevo, sólo al final. Tras leer la primera el desenlace de la segunda se hace previsible, pero eso no le quita en absoluto interés; al contario, es como una revisión del pimer argumento en una clave distinta.

Creo que a estas alturas resulta innecesario decir que leí la segunda novela de un tirón, totalmente enganchado, o que es la primera vez que me ocurre que leer una novela me motiva a releer otra que no me había gustado. Así que creo que no hace falta que diga que la(s) recomiendo.

miércoles, 6 de abril de 2011

Post Office, de Charles Bukowski

Ésta es la primera novela de Bukowski que he leído y, aunque espero que no sea la última, también espero encontrar un momento "adecuado" para leer la siguiente. Leer a Bukowski no me ha resultado fácil —no me ha dejado indiferente—. Una de las reseñas de la contraportada dice "Cunning, relentlessly jokey and sad" (astuta, continuamente de broma y triste), y creo que esa es una gran descripción de la novela.

No esperéis una trama complicada. La novela es un conjunto de anécdotas curiosas, contadas cronológicamnte, que le ocurren al protagonista —Chinaski en lugar de Bukowski— en una etapa de su vida. Lo que le pasa y la forma en la que está contado hace que todo sea triste y gracioso a la vez, que su vida sea anodina pero también especial, y que el tipo sea un canalla y un héroe al mismo tiempo. Y en el trasfondo de todas estas historias superficiales el autor nos cuenta la necesidad del protagonista de darle un sentido a su vida enfrentándose a algo o a alguien. ¿Podría ser feliz Chinaski sin ese trabajo? ¿Cómo es más fácil vivir, con problemas objetivos a los que poder enfrentarse diariamente o esperando una felicidad que no llega?

El ritmo no es trepidante, pero la novela tiene unos cuantos cambios de escenario que hacen que la historia no resulte muy monótona. Además, es cortita y se lee rápido. Yo la leí en inglés, y así lo recomiendo, porque me dan miedo las "traductancias" que pueden hacerse de la jerga que contiene, y que le da gran parte de su encanto.