Siguiendo en la línea de compaginar el
trabajo con la lectura decidí seguir con novelas policíacas. Esta
vez tocó a esta novela nipona. Su contraportada:
Yasuko Hanaoka, madre soltera y divorciada, pensaba que por fin se había librado de su ex marido. Pero cuando éste aparece un día ante su puerta, en un complejo de apartamentos en Tokio, la escena se complica y el ex marido acaba muerto en su casa. Madre e hija lo han estrangulado.De pronto, Ishigami, el enigmático vecino de la puerta de al lado, se ofrece a ayudarles a deshacerse del cadáver y buscar la coartada perfecta. Yasuko, desesperada, acepta de inmediato.
Cuando el cuerpo finalmente aparece y es identificado, Yasuko se convierte en sospechosa. Sin embargo, el detective Kusanagi, aunque no encuentra fisuras en la coartada de Yasuko, sabe que hay algo extraño. Así que decide consultar al doctor Yukawa, un físico de la Universidad de Tokio que suele colaborar con la policía. Éste, conocido como el Profesor Galileo, estudió en el pasado con Ishigami, el enigmático vecino de la sospechosa. Al reencontrarlo de nuevo, el Profesor Galileo intuye que Ishigami tiene algo que ver con el asesinato… Y lo que aflora da un giro inolvidable a esta fascinante historia.
El resumen es más que suficiente para
describir la novela. Es ritmo es trepidante, pero no es el típico
thriller superventas de hoy día, tiene mucho más. Cada día que
pasa la investigación va tomando caminos insospechados y el autor lo
cuenta de una manera singular.
Ishagami, que resulta que es un
matemático genial pero que da clases en un instituto, realmente se
tomó en serio lo de ayudar a las vecinas. No puedo contar mucho sin
desvelar partes de la trama, pero no puedo resistirme a poner este
pasaje del libro que resulta revelador:
Mientras tanto, la cabeza de Kusanagi había comenzado a reproducir la conversación mantenida con Yukawa ese mismo día. El físico no había intentado darle la vuelta al argumento de que, si Ishigami estaba de veras involucrado en el caso, seguramente no se trataría de un crimen premeditado.«Si lo hubiera planeado él, no habría utilizado elementos como lo del cine para elaborar su coartada.» Ese había sido el primer punto de la argumentación de Yukawa. «Y ello porque, como bien decís vosotros los policías, que en ese momento estuvieran en el cine resulta poco convincente. Es imposible que Ishigami no lo tuviera en cuenta. Pero todavía hay otra duda mayor. Y es qué motivo tenía Ishigami para colaborar con Yasuko Hanaoka en el homicidio de Togashi. La respuesta es ninguno. Por muy atormentada que Togashi tuviera a Yasuko, Ishigami habría ideado otra manera de solucionarlo. Estoy seguro de que en ningún caso habría elegido el homicidio.»Kusanagi le preguntó si insinuaba que Ishigami no era capaz de hacer algo tan cruel. Yukawa lo miró con serenidad y negó con la cabeza.«No es cuestión de sentimientos ni de emociones. Es sólo que intentar escapar del sufrimiento a través del asesinato no resulta razonable. Porque cometer un homicidio comportaría, a su vez, tener que enfrentarse a nuevos sufrimientos. Ishigami no hace ese tipo de estupideces. En cambio, es capaz de cualquier atrocidad, siempre que la solución a la que le conduzca resulte lógica.»
El libro no sólo nos cuenta cómo va
resolviéndose el asesinato, sino que nos cuenta muchas cosas que a
muchos nos suenan: cómo conseguir una plaza en la Universidad, las
batallitas de los profesores, como lidia Ishagami con sus alumnos de
instituto que pasan de las mates… También salpica la historia con
algún que otro guiño a la física o la matemática.
En fin, quizá sea deformación
profesional, pero me encantó la novela. El final, aunque lo intuía,
me sorprendió sobremanera. Una de las mejores novelas policíacas
que he leído. Os la recomiendo sin ninguna duda.
Lo estoy leyendo estos días y me está encantando;
ResponderEliminaral principio me costaba centrarme con quién es quien (los nombres orientales todavía me cuesta memorizarlos).
No se cómo terminará, aunque tengo un par de ideas al respecto, pero a estas alturas de la trama me viene a la mente la imagen de una partida de ajedrez jugada entre Ishagami y Yukawa.
Un saludo