martes, 29 de abril de 2014

El teorema, de Adam Fawer

Contraportada: David Caine es epiléptico, posee una espectacular capacidad para las matemáticas y el cálculo mental y pasa todas las noches jugando al póquer. A causa de sus frecuentes y terribles ataques de epilepsia ha perdido su trabajo de profesor de estadística en la universidad, ha recaído en su adicción al juego y su vida se ha convertido en un infierno. Confía en su don para calcular probabilidades y así ganar mucho dinero, lo que le permitiría empezar de nuevo, pero lo improbable no es imposible y acaba debiéndole una fortuna a un peligroso capo de la mafia rusa.

lunes, 28 de abril de 2014

Los ojos de Heisenberg, de Frank Herbert

En una reciente visita a la web de libros de epubgratis di con esta novela corta, y aunque había decidio leerme una de las muy recomedadas en el blog, teniendo en cuenta mi debilidad por la ciecia ficción, que estaba de viaje, quetenía que pasar varias horas muertas, y que Herbert escribió Dune, pedazo de novela (al menos la primera), decidí arriesgarme. La contraportada clama:
La manipulación por ingeniería genética del embrión de los Durant generará un monstruo, un ser humano excepcional con un potencial inédito de inteligencia, fertilidad e inmortalidad. Se trata de una amenaza clara para la estable y compartimentada civilización de los Optimen, genéticamente superiores e inmortales pero estériles.

jueves, 10 de abril de 2014

Memorias póstumas de Blas Cubas, de Joaquim Maria Machado de Assis

Machado de Assis nació en Brasil, en 1839, hijo de un pintor (de paredes) mulato descendiente de libertos y de una lavandera de Azores, que tabajaban a jornal en la casa de la viuda de un senador del imperio. De salud frágil, epiléptico y tartamudo, apenas se sabe de su infancia más que no fue a la escuela. A pesar de ello, aprendió francés con el dueño de la pastelería donde empezó a trabajar, y, de manera autodidacta, adquirió rápidamente una sólida formación intelectual que le permitió ascender socialmente, siendo primero cronista de un periódico, después tipógrafo y por último funcionario del Ministerio de Obra Públicas. Quien lo conoció dice de él que era elegante en el vestir, de gesto lento y pocas palabras, y que «[t]odo en él concordaba con la gravedad del hombre distinguido y del alto funcionario, [...] nada en él ofrecía el vigor de los que se hacen a sí mismos, el ímpetu de los victoriosos». En suma «su aspecto era el de un hombre perfectamente bien hallado» (las citas están sacadas de la Introducción de Lucia Miguel Pereira). Nada, pues, en su aspecto o su biografía lo delata como autor de una novela tan rompedora como las Memorias póstumas de Blas Cubas.