martes, 30 de septiembre de 2014

Alex en el país de los números

En YouTube hay un canal de divulgación bastante chulo, Numberphile, donde salen matemáticos contando temas por lo general curiosos y de manera un poco informal. En uno de los videos aparecía un tal Alex Bellos, que resulta que no es matemático practicante (o sea, estudió la carrera pero trabaja de periodista) y que ahora se gana mejor la vida escribiendo libros de divulgación de matemáticas. Como el tipo me pareció curioso, decidí leerme su primer libro, Alex en el país de los números.

domingo, 14 de septiembre de 2014

El alma de Hegel y las vacas de Wisconsin, de Alessadro Baricco

He aquí un libro cuya genialidad empieza y termina en el título. Los alemanes no se caracterizan por su sentido del humor, pero si uno tuviera que nombrar a uno que represente al «triste» por antonomasia, ese es Hegel. Así que mezclar en una misma frase, a tres palabras de distancia, a Hegel (su alma, más bien) y a unas vacas (¡nada menos que de Wisconsin!), es un reclamo que conmigo ha funcionado. Y claro, le das la vuelta al libro. Y parece que promete:
«Según Hegel, la música “debe elevar el alma por encima de sí misma, crear una región donde, libre de toda ansiedad, pueda refugiarse sin obstáculos en el puro sentimiento de sí misma”. Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Wisconsin poseen una idea diferente de la función que debe cumplir la música: han descubierto que la producción de leche en las vacas que escuchan música sinfónica aumenta un 7,5%.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Memorias de un merodeador estelar, de Carlos Saiz Cidoncha

Allá para primeros de año dio por caer en mis manos la novela de Mendoza El último trayecto de Horacio Dos. Comoquiera que lo ignorara todo de la susodicha dediquéme, como tengo por costumbre hacer ante la tesitura de leer (o no) otras ignotas novelas o escritos de cualquier naturaleza, a navegar por el proceloso ciberoceáno a la búsqueda de alguna referencia o comentario que me animaran a o previnieran de leer esta novelita del maestro. Entre muchas opiniones a favor y en contra (más de las últimas que de las primeras, me temo) topéme con un blogero en cuya crónica la comparaba con otra llamada Memorias de un merodeador estelar, de un tal Carlos Saiz Cidoncha, a quien llamaba «el buen doctor», y aseguraba que la comparación en nada favorecía a la de Mendoza, siendo la de Cidoncha —afirmaba— mucho mejor novela y mucho más divertida. Quedéme pues con la copla, aunque decidíme, pese a todo, a leer el Horacio Dos, pues me dije a mí mismo que qué sabrá un bloguero para poner a Mendoza a la altura de un desconocido, ¡y que era Mendoza, qué carajo! El resto ya lo sabéis por este blog, y me alegra decir que discrepé de tanta opinión adversa.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Los arácnidos, de Félix J. Palma

Por fin he conseguido leer este volumen de relatos de Félix J. Palma, el cuarto en orden cronológico, y el que precede a su última entrega, El menor espectáculo del mundo, con la que yo descubrí la faceta cuentística de este autor. Se publicó en 2003 y fue premiado en el Certamen Iberoamericano de relatos Cortes de Cádiz de ese año. Pese a ello, está decatalogado y es imposible encontrarlo en ninguna librería —de ahí el «por fin»—, aunque  algunos de los relatos contenidos en este libro se pueden encontrar por la web (el caso de Los desprendidos, Morir en tu bañera y otras lamentables casualidades o del que da título al libro), otro par de ellos han aparecido por separado en formato electrónico y otros forman parte de recopilaciones temáticas de relatos de varios autores. Pero el poder de internet es grande y ahora el libro ha salido para siempre del ostracismo al que había quedado condenado.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Abril rojo, de Santiago Roncagliolo

El marxismo-leninismo abrirá el sendero luminoso hacia la revolución.
— José Carlos Mariátegui
De esta máxima del fundador del Partido Comunista de Perú extrajo su nombre la tristemente famosa organización terrorista PCP-SL, más conocida como «Sendero Luminoso». Los que tengáis mi edad recordaréis las frecuentes noticias procedentes de Perú sobre las masacres que sus seguidores infligían o que el ejército peruano protagonizaba con la excusa de la lucha antiterrorista. Fue una época terrible para las poblaciones serranas en torno a Ayacucho, donde operaba la banda. Durante la década larga que duró la guerra contra el terrorismo murieron, a manos de uno u otro bando, casi 70.000 personas (de las que sólo hay identificadas en torno a 20.000).