sábado, 27 de diciembre de 2014

Sesenta kilos, de Ramón Palomar

La publicidad anuncia esta novela como una historia al estilo de las películas de Tarantino o Guy Ritchie, pero con «sabor» ibérico. Habréis visto los que seguís el blog que últimamente no llevo una racha muy buena con las lecturas, así que me decidí a probar con ésta, que prometía no ser una lectura sesuda. Y el resultado es que no está mal, pero le falta un hervor. Sí, es verdad que recuerda esas películas; más a las de Guy Ritchie, aunque sólo sea porque como aquéllas, la historia está llena de «pringaos» y perdedores, y porque ingleses y españoles compartimos un gusto parecido por lo cutre. Pero le falta la chispa, el humor negro, los diálogos surrealistas que son la esencia de esas películas (por no hablar del hábil manejo del tiempo, del punto de vista y del ritmo narrativo de que hacen gala Pulp Fiction o Snatch, por nombrar los referentes más claros). Sin esto, no serían más que historias vulgares de gángsteres cutres. Posiblemente si Berlanga y Azcona hubieran decidido hacer una película de este género, habrían dado con el punto justo de gangsterismo ibérico y su historia podría compararse con aquéllas. Pero esta novela, a mi juicio, no llega.


La historia es simple (lo que no deja de ser irrelevante, porque tampoco Snatch es una historia muy complicada): un gángster que controla una parte del tráfico de coca en (¡dónde si no...!) Valencia, el «Frigorías», envía a dos de sus empleados, el «Nene» y el «Charli», a recoger un alijo de 60 kg en Oporto. No es la primera vez que lo hacen, pero sí la última, porque, una vez recogidos, al Charli le da un venazo y se abre con el cargamento. A partir de ahí empieza una caza que involucra a un exlegionario, el «Tiburón», su chica, una tía que quita el hipo y que trabaja de puta en el burdel del colega del Frigorías, el Nene y los ahijados del capo gitano rival del Frigorías. Y como era de esperar, aunque el objetivo de todos es recuperar todo el alijo, cada quien tiene sus propios planes sobre qué hacer con él.

La novela no tiene sorpresas; todo discurre como sería previsible. Sus fuertes son los personajes y el estilo de la narración, muy a pie de calle y con un decidido «sabor» lumpen. Sus debilidades, la previsibilidad y un tono demasiado serio para una historia construida sobre personajes oligofrénicos. Aun así, debo decir que la lectura me vino bien. No tiene profundidades, ni dobleces, ni hostias, y da para pasar el rato. Como una peli de serie B. Queda, sin embargo, la duda de si esos mismos ingredientes no podrían haber construido una historia más interesante.

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