sábado, 11 de abril de 2015

Los asesinos del emperador, de Santiago Posteguillo

Después de haber leído su trilogía de Escipión el Africano y ahora este primer volumen de su nueva trilogía sobre el emperador Trajano, me declaro fan de este hombre. Es muy posible que nunca se le estudie entre los autores de la Literatura Española; es también cierto que a menudo echa mano de muchos recursos del best-seller, y que detrás de sus novelas hay una clara vocación cinematográfica; pero lo que nadie me va a poder negar es que Posteguillo se ha ganado un puesto entre los mejores autores de novela histórica a nivel mundial. Su maestría para desarrollar tramas y su rigor histórico son sus mejores armas. Tal vez no sea un genio literario, y su estilo, probablemente forjado en talleres de escritura, sea un poco «de libro», pero como los buenos artesanos, Posteguillo mejora con cada novela que escribe. Cada vez se atreve con personajes más complejos, con tramas más difíciles y con recursos narrativos más arriesgados. Así que, alejándose del tópico de que segundas partes nunca fueron buenas, el comienzo de esta segunda trilogía supera, desde el punto de vista narrativo, la de Escipión.

La novela cuenta el complicado periodo entre la muerte de Nerón y el ascenso de Trajano treinta años después, un periodo en el que Roma tuvo siete emperadores. Con Nerón acabó la dinastía Julia-Claudia (cuyos avatares nos narra Robert Graves en sus dos «Claudios»). A su muerte siguió un año de gran inestabilidad política en el que se sucedieron tres emperadores, y que concluyó con una guerra civil que llevó al trono a Vespasiano. Con Vespasiano empieza la dinastía Flavia, que, además de a él, incluye a sus hijos Tito y Domiciano. Es en este periodo de treinta años en el que Trajano crece, se forma y acaba alcanzando la máxima distinción por debajo del emperador como legatus de la frontera del Rin. Y allí es donde el Senado de Roma manda a buscarlo para que suceda al recién fallecido Nerva, el último emperador de la lista de los siete.

El enigma del ascenso de Trajano es este: Trajano era hispano, y fue el primer emperador no romano que tuvo el Imperio. ¿Qué sucedió en Roma para que el Senado decidiera romper una tradición que era sagrada para muchos senadores? De eso trata la novela, y por eso se remonta treinta años al ascenso al trono de Trajano. No se puede entender semejante decisión sin comprender ese convulso periodo.

Pero en esta novela Trajano es un personaje secundario. El pilar central que la sostiene es la historia del emperador Domiciano. Para los que no lo sepáis (yo no lo sabía), comparados con Domiciano, Calígula y Nerón fueron dos muchachos revoltosillos. Domiciano murió asesinado, y la historia de la conjura para matarlo es tan novelesca que sirve perfectamente para sostener la novela. Y es un hecho que Posteguillo sabe aprovechar para empezarla en medio del fregado, en plena conspiración. Esta es la acotación que encabeza el capítulo 1: «Moguntiacum, Germania Superior 18 de julio de 96 d. C., quarta vigilia. Dos meses antes del día marcado para el asesinato del emperador Domiciano.» La novela se divide en ocho libros, y todo el primero describe esos dos meses hasta el día D y la hora H. El segundo empieza con un enorme flashback que retrotrae el relato al final del reinado de Nerón, y el resto de los libros cuentan lo ocurrido durante esos treinta años, de forma cronológica, hasta enlazar con la conjura contra Domiciano al empezar el octavo libro. Con esto no estoy desvelando nada: primero, es historia; segundo, la novela ya avisa, desde la primera página, de que Domiciano muere, y tercero, por si eso fuera poco, al comenzar cada libro hay una lista completa de los nueve emperadores que aparecen en la novela —marcados en negrita aquellos que aparecen en el libro.

Y esa es la Historia, pero entremezcladas con ella el libro narra otras tramas secundarias no menos interesantes. De particular importancia es la de los gladiadores, muy ligada a la construcción del Coliseo de Roma. La afición de Posteguillo por la estrategia militar —ya comentada en otras entradas— se refleja aquí en el relato del episodio bélico más relevante del periodo: el sitio de Jerusalén y la destrucción y expolio del Templo de Salomón, así como de varias batallas importantes contra los catos en el Rin y contra los dacios (rumanos) en el Danunbio.

Circulan por ahí unas apostillas a la novela, escritas por el autor, bajo el título de Los secretos de Los asesinos del emperador. Es interesante leerlas porque en ellas Posteguillo explica tanto la concepción de la novela entera y su estructura, como la parte de la trama que es histórica y la que es relleno. Sorprende mucho que, pese a ese espíritu de Juego de tronos que tiene la novela, prácticamente todo lo que se narra es histórico, y lo que no lo es resulta la interpretación más plausible de los huecos (y luego hay algunas cosas claramente inventadas, por ejemplo la infancia y adolescencia de Trajano o la historia de los gladiadores). Así que podríamos decir que se trata de una buena reconstrucción bayesiana de ese periodo histórico. Que de ello resulte una novela apasionante explica por qué el Imperio Romano sigue ejerciendo tanta fascinación.

En definitiva: Historia, acción, conjuras, gladiadores, batallas, violencia (más que nunca), buenos personajes, tramas de thriller... Un libro que no puedes dejar de leer, pese a sus más de 1000 páginas. Lo dicho: Posteguillo ha alcanzado la maestría del gran artesano. Y los artesanos forjados en el trabajo cuentan con el mayor de mis respetos. A mí me tiene ganado para todos sus libros futuros.

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