lunes, 29 de junio de 2015

La campaña afgana, de Steven Pressfield

He aquí uno de esos libros que estás a punto de dejar porque no satisfacen tus espectativas pero que, contra todo pronóstico, remonta en un momento dado para mostrarte al final que desde el principio era un buen libro, si tus prejuicios sobre él no te hubieran impedido apreciarlo. Pero era difícil, porque ¿qué cabía esperar de «[u]na novela sobre la campaña de Alejandro Magno en Afganistán» sino un despliegue de épica a cascoporro? Pues para mi sorpresa, el libro ha resultado ser un alegato antibelicista del calibre de La chaqueta metálica o Senderos de Gloria.

El alienista, Joaquim Maria Machado de Assis

Ya conté que Machado de Assis es autor de una de las novelas más originales que he leído en los últimos tiempos. Expliqué allí que se le puede considerar el «Cervantes brasileño», no sólo porque es probablemente el mayor novelista de ese país, sino porque, de hecho, es el continuador de la tradición cervantina frente al realismo que imperaba en el XIX, una tradición que, paradójicamente, se mantuvo viva gracias a los ingleses y franceses y que pasó a Latinoamérica precisamente a través del único país de habla no hispana. Así que, animado por lo mucho que me gustaron las Memorias póstumas de Blas Cubas, he buscado otras obras de Machado de Assis. No hay mucho publicado en castellano, pero entre lo poco que he entrado estaba este cuento.

miércoles, 24 de junio de 2015

Tres vidas de santos, de Eduardo Mendoza

Lo grande de los maestros es que, cuando menos te lo esperas, van y te sorprenden. Y Mendoza es uno de ellos. Uno indiscutible. Desde que leí Riña de gatos no había conseguido leer nada de él que estuviese a la altura. Probé con la cuarta entrega del detective innombrado, con el Pomponio Flato, y con El último trayecto de Horacio Dos. Ninguna está mal, pero son obras menores. Ya sabéis, están muy bien escritas, es una delicia leerlas, pero les falta el punto de brillantez que tiene en otras obras. Y mira tú por donde me lo voy a encontrar donde menos lo esperaba: en esta recopilación de tres relatos de tres épocas distintas que no fueron pensados para concurrir en un mismo volumen, pero que por las razones que sean han acabado juntos en uno.

miércoles, 10 de junio de 2015

Lisario o el placer infinito de las mujeres, de Antonella Cilento

Esto es lo que vende la contraportada:
Nápoles, siglo XVII. Lisario Morales es una joven súbdita de noble cuna del Virreinato español que lee a escondidas a Cervantes y escribe cartas a la Virgen para aliviar su soledad. Cuando, siendo aún casi una niña, sus padres deciden casarla con un anciano, finge dormirse y no despertar. Tras meses de oraciones, la familia Morales busca la ayuda del médico catalán Avicente Iguelmano, quien gracias a una terapia tan ilícita como secreta, cura a Lisario. En agradecimiento, los padres se la entregan como esposa, pero una vez despertado el deseo de Lisario posee una incontrolable energía liberadora, y el amor del joven médico deriva en una perturbadora obsesión por el misterio del voluptuoso placer femenino. Una gran novela histórica y erótica, finalista del prestigioso Premio Strega.

lunes, 8 de junio de 2015

El asesino de la regañá, de Julio Muñoz Gijón

Parece que la moda de abundar en los tópicos está en alza. Empezó con aquello de por qué las chicas no saben leer mapas y los chicos no escuchan (que ha dado para muchos monólogos de El club de la comedia) y últimamente andamos por los 8 apellidos vascos y contando (por cierto, mentiría si dijera que no me reí con la película). Recrearse en los tópicos para hacer unas risas es un clásico. Hay en ello la doble moral de, por un lado, reírte de la tontería, y por otro concederle cierta credibilidad (si no no tendría gracia...). Recuerdo que cuando estuve viviendo en Amsterdan a finales de los 80 circulaba por allí un libro titulado The undutchables, en el que un inglés que había vivido años en Holanda se burlaba, con la saña del extranjero que los tiene que padecer, de todos los tics, manías y costumbres absurdas (para los de fuera) de los holandeses. Era un best-seller allí y ellos se partían el ojete comentándolo.

domingo, 7 de junio de 2015

Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez

Ya es un tópico decir aquello de que la realidad supera la ficción, pero el tópico adquiere una dimensión especial cuando la realidad se localiza en un país que ha creado una religión en torno a un futbolista... vivo. Santa Evita es una gran novela que explora, de manera metafórica pero no por ello menos profunda, las consecuencias de la irrupción en la historia argentina del personaje que le da título. Porque en Argentina hubo, y sigue habiendo, un antes y un después de Evita y, si me apuráis, me atrevería a sugerir que una buena parte de sus males (males políticos) se deben al «efecto Evita». A veces, en la historia de un país, o incluso del mundo, aparece un personaje que, como el Mulo de Fundación e Imperio, tiene la capacidad de distosionar su discurrir natural. Evita es «el Mulo» de Argentina.